viernes, 23 de febrero de 2018

El lugar sin límites

La novela de José Donoso El lugar sin límites, que hurga en el oscuro mundo del deseo, la protagoniza Manuel González Astica, más conocido como la Manuela.
El eje de la historia está ubicado en el prostíbulo de la Estación el Olivo; un pueblo moribundo. Manejado por la Japonesa es el centro de reunión de los hombres de la localidad. Allí fue donde se celebró una noche el triunfo en las elecciones de don Alejo, un terrateniente, con mujeres traídas de otro pueblo, con cantantes y además con la Manuela, que traía consigo sus ínfulas de bailaora y su bata colorada, de manola. Pero las cosas se le complican a éste cuando don Alejo y la Japonesa deciden, en plena fiesta, acorralarlo. Como resultado de semejante acción nace la Japonesita quien se encargará de regentar el lugar a la muerte de su madre y de intentar controlar a la Manuela, su padre, que en sus arrebatos de gran artista sufre incontables tormentos a manos de los hombres que en secreto desean algo que quizá ninguna mujer podrá darles y que, tal vez, él sí.
Sin embargo puede más el rechazo a la persona en la que se ha convertido Manuel González. Un rechazo que personifica Pancho Vega quien oculta, tras la violencia, que su deseo también se fija en un hombre, aunque éste funja de mujer; aunque esté acabado por los maltratos y el desasosiego que sus propios apetitos e ilusiones le han deparado; confinándolo en un infierno, ese lugar que, según Christopher Marlowe, no tiene límites.
Esta obra, publicada en 1966, plantea el eterno conflicto entre el deseo y los estereotipos, tan vigente ayer como hoy, a pesar de los supuestos cambios hacia la aceptación de todo tipo de diferencias.

viernes, 16 de febrero de 2018

Otras voces, otros ámbitos

Truman Capote, 1948 (Fotografía de Cecil Beaton)
“El cerebro puede aceptar consejos, pero el corazón, no. Y el amor, como no tiene geografía, no reconoce límites. Ponle un peso y húndelo en lo más hondo; no importa: subirá y buscará la superficie. ¿Y por qué no? Cualquier amor que haya dentro de la naturaleza de una persona es natural y hermoso. Sólo los hipócritas hacen responsable a un hombre de lo que ama, sólo los analfabetos emocionales y los dueños de la envidia virtuosa, que, en su agitada preocupación, confunden tan frecuentemente la flecha que señala el cielo con la que conduce al infierno”.
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Otras voces, otros ámbitos, la novela de Truman Capote publicada en 1948, comienza a la mitad de un viaje: Joel, un niño, que ha perdido a su madre, va en camino de conocer a su padre y para hacerlo tiene que dejar atrás la casa de la prima Ellen y las rutinas normales de un muchacho de trece años. Lo que no abandona es la imaginación que le permitirá adaptarse a la atmósfera del profundo sur de los Estados Unidos, donde las cosas y las personas adquieren una dimensión desmesurada por cuenta de un ambiente donde la magia parece teñir objetos y sucesos.
Al llegar a su destino conoce un variopinto grupo de personajes que hacen del Desembarcadero de Skully y el bosque que lo rodea un lugar bastante peculiar: Randolph, un pintor mediocre que escribe cartas dirigidas a todas las partes del globo en busca de Pepe, su amor perdido; la elusiva imagen del señor Samsong el padre de Joel; Missouri Fever, más conocida como Zoo, la mujer que sueña con conocer la nieve cuando su abuelo Jesus Fever, un anciano centenario, muera; Idabel, la preadolescente que reniega de ser mujer en contienda perpetua con su melliza Florabel de una feminidad exacerbada. Todos ellos acompañados desde la sombra por Little Sunshine, el ermitaño que vive en el abandonado Hotel Nube rodeado de fantasmas.
A todos ellos Capote los ubica en el paisaje bucólico de Noon City, y sus alrededores y con la maestría para manejar las metáforas y las evocaciones que lo caracteriza, dibuja un lugar mítico como esos que en la literatura adquieren más veracidad que muchos sitios reales. Un lugar que será para Joel el sitio desde donde emprenderá otro camino sin rumbo conocido pero que es el que corresponderá a sus sueños.

viernes, 9 de febrero de 2018

La mujer justa

“…para el delirio no hay explicación. Tarde o temprano irrumpe en todas las vidas… y quizá sea muy pobre la existencia que no se ha visto arrastrada al menos una vez por la tormenta del delirio, la vida que no ha sufrido las sacudidas de un terremoto hasta en sus cimientos o la fuerza de un tornado, que arranca las tejas con un rugido y que revuelve en un momento todo lo que la razón y el carácter han mantenido en orden hasta entonces.”
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La mujer justa de Sándor Márai, publicada entre 1941 y 1949, es mucho más que una novela donde se narran unas relaciones amorosas. En ella se exponen, además, las reflexiones del autor sobre la literatura, la sociedad, la cultura, la amistad y por supuesto el amor.
Tres voces tomarán la palabra para contar su vida:
Marika, una mujer divorciada, cuenta en detalle las circunstancias de su matrimonio y las razones para su separación, analizando al hombre con el que se casó así como el mundo burgués en el que se desenvolvió su matrimonio.
Péter, el esposo, relata los hechos desde su punto de vista, e intenta explicar sus sentimientos por su esposa y por Judit a quien conoció antes de casarse y quien es la razón para haberse divorciado.
Y Judit, una criada que remonta una rígida escala social hasta convertirse en la esposa de Péter. Pero con sus palabras se redefine la historia. El panorama cambia, pues al contrario de Marika y Péter sus acciones estarán marcadas por unas motivaciones que desvirtúan las convicciones de estos.
Sándor Márai en sus novelas despliega una agudeza excepcional para desvelar las interioridades de sus personajes. En esta obra expone con gran lucidez la tesis de que es posible amar a una persona sin llegar a conocerla plenamente al plantear una pregunta cuya respuesta se irá concretando mientras avanza la historia: ¿Existe la persona justa para cada uno o la vida se encargará de demostrar que afirmarlo sería abusar de la certidumbre?
Márai demuestra fríamente, y con bastantes argumentos, que un ser humano puede desdibujarse para los demás logrando en ocasiones engañar de tal manera, que se toma por un ser real lo que no es más que una apariencia bien construida.

domingo, 4 de febrero de 2018

El último amor del príncipe Gengi

"No me quejo de una suerte que comparto con las flores, con los insectos y con los astros. En un universo en donde todo pasa como un sueño, sentiría remordimientos de durar para siempre."
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En El último amor del príncipe Genghi Marguerite Yourcenar se inspira en el estilo de Murasaki Shikibu, la gran escritora japonesa del siglo X, para imaginar una historia que pudo muy bien hacer parte de “Genji Monogatari”, una de las novelas más antiguas y una de las obras monumentales de la literatura universal.
Con la misma agudeza con la que se describen los amores, las costumbres y pasiones de una corte en la novela original, Yourcenar nos presenta la época final de un príncipe que conjugó en su vida las habilidades necesarias para sortear las intrigas políticas y amorosas a las que estuvo expuesto.
Al declinar su vida, Genghi busca el aislamiento y se entrega a la contemplación con la que intenta conseguir la tranquilidad de espíritu que le fue tan esquiva en la vida que ha dejado. Sin embargo alguien insiste en invadir ese retiro, se trata de La Dama-del-pueblo-de-las-flores-que-caen, una mujer que recurrirá a diversas estratagemas para acercársele.
A pesar del dolor por las cosas perdidas, Genghi en sus últimos días quizá encuentre la paz que busca pero la dama que lo acompaña, ¿logrará el reconocimiento a su dedicación?
Es esta una delicada pintura de la actitud frente al paso del tiempo por parte de un hombre que vivió intensas experiencias con la plena conciencia de que eran únicas, pero también la de una mujer que se arriesga a cosechar una nueva decepción.