Entre los libros más polémicos de la literatura universal se encuentra El guardián entre el centeno. Ha sido prohibido y recomendado por igual desde su aparición en 1945-1946.
Holden Caulfield, el protagonista, un muchacho de 16 años que entre todas las definiciones que da sobre sí mismo está la de ser analfabeta total -aunque lee muchísimo-, es políticamente incorrecto; odia todo lo que es venerable en la sociedad estadounidense de la época y sobre todo, las convenciones por las que se regía ese país cuando el libro fue publicado. Un estilo de vida y una manera de pensar que todavía se perciben en la actualidad.
La novela de J. D. Salinger fue escrita en un lenguaje bastante provocador para ese momento. Holden utiliza constantemente un vocabulario que en la década de los cuarenta era inaceptable en un joven bien educado. Es este vocabulario y el uso repetido de algunas expresiones lo que le da credibilidad al personaje: un adolescente que rememora lo que le sucedió durante los tres días que pasó por una verdadera montaña rusa emocional.
En ese periplo, mientras trata de soslayar el regreso a casa después de haber sido expulsado nuevamente del colegio, Caulfield desnuda con sus palabras una sociedad pagada de sí misma en los albores del “baby boom”.
Dejando de lado las referencias a la cultura popular, las modas y las descripciones del entorno específicamente neoyorkino de los cuarenta, este personaje podría identificarse con cualquier adolescente que esté pasando por la conflictiva etapa de convertirse en adulto con los ojos abiertos a la realidad.