Pocas obras literarias tienen tanta fama y han resistido tanto el desgaste del tiempo como Las mil y una noches de autor o autores desconocidos. Pero también son pocas las que han soportado tantos asaltos de editores bien y mal intencionados.
Entre las versiones más conocidas en español está la traducción que hizo Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) de la versión francesa de J. C. Mardrus (1868-1949). Es en ésta, al parecer, donde se han basado la mayoría de las que conocemos los hispano hablantes. Sin embargo, son escasas las ediciones completas de esta obra. A pesar de todo, las compilaciones, los resúmenes y las alteraciones de segunda y tercera mano han acercado a millones de lectores al mundo prodigioso que allí se retrata: lugares misteriosos, huríes de asombrosa belleza, tesoros fabulosos, califas y emires dueños de la vida y hacienda de sus súbditos.
Por lo general los libros que se hacen llamar Las mil y una noches se enfocan en algunos relatos de genios, alfombras voladoras o hechos fantásticos. Pero esta obra es mucho más. Es una combinación de historias que tienen su propio desarrollo aunque siempre vuelven al origen: Sherezada, quien cede constantemente la voz a múltiples narradores para que envuelvan al lector y lo pongan en presencia de personajes que son los verdaderos protagonistas y cuyo número parece infinito. Tal vez por eso fue una de las obras preferidas de Borges.