viernes, 27 de octubre de 2017

Aire de tango

La leyenda, mosaico de Blanca Luz Restrepo Posada 
Con la muerte de Carlos Gardel o con el nacimiento de Jairo, según se mire, empieza Aire de Tango de Manuel Mejía Vallejo. Ernesto Arango, uno de los personajes, habla de su pasado y de su presente como si lo entrevistaran o como si le contara una historia a un desconocido que nunca se hace visible. Habla de una vida que gira en torno a los bares y a la violencia pautada por las letras de los boleros, los tangos y las milongas en su mayor parte.
Él es el narrador pero los protagonistas son otros: Carlos Gardel que se volvió leyenda desde el mismo momento de su muerte en el aeropuerto de Medellín una tarde de junio de 1935 y Jairo, el “guapo”, el matón que lo idealizó coleccionando discos y cuanta referencia pudiera encontrar, sin importar su veracidad.
Entre Medellín, una ciudad que deja de ser pueblo a lo largo del siglo XX y Balandú, que representa a todos los lugares de donde era la gente de Antioquia que llegaba a la ciudad, se mueven los personajes de esta novela afincados en Guayaquil, un sector que se desarrolló en torno a una estación de trenes donde las canciones reflejaban la vida o la vida se acomodaba a las canciones. Acompañados tangencialmente en su trasegar por intelectuales y poetas, tan encandilados como ellos con el ambiente de la noche, habitaron un lugar donde no sólo había gritos y puñaladas, era también el sitio del licor, de las mujeres y del juego donde el amor o el sexo se buscaban con determinación.
Este es un largo monólogo desesperanzado donde cabe toda la ciudad de Medellín o al menos la que importaba para todos esos que hicieron del barrio Guayaquil su mundo.
Para entender la realidad de la ciudad actual no basta con leer libros de historia, hay que leer esta novela que le dio carta de ciudadanía, por así decirlo, a un pueblo grande. Publicada en 1973 y escrita de manera coloquial recoge formas de decir y de pensar que se mantienen aún en el habla y en la vida de muchos de los habitantes de esta ciudad.

viernes, 20 de octubre de 2017

1280 almas

En 1.280 almas (1964), una novela de Jim Thompson, Nick Corey el sheriff de Potts County (un lugar imaginario al sur de los Estados Unidos) describe las maquinaciones de las que se vale para mantener el orden y aplicar la ley en un pueblo que cuenta con 1.280 habitantes, de los cuales no todos tienen alma según la afirmación de algunos.
Con aparente ingenuidad, que esconde en realidad un carácter verdaderamente sagaz, Nick Corey manipula hechos y circunstancias con el fin de desempeñar y aferrarse a su puesto sin tener que gastar mucha energía, aunque su política de laissez faire, laissez passer le ha ganado bastantes detractores.
Entre su vida privada y su vida pública establece una red tan estrecha de mentiras que le será difícil no quedar enredado en ella, sobre todo si se tiene en cuenta que no son pocos quienes intentan desmoronar sus patrañas.
Además, Nick tiene otra preocupación tan grande como la de hacer cumplir la ley en su condado: su relación con las mujeres; está casado, es el amante de quien pasa por ser la mejor amiga de su esposa y espera además recomponer las relaciones que dejó truncas con la mujer que era su prometida. Pero no hay problema, Nick es un experto en el manejo de las palabras; su grado de astucia es tal que hasta el mismo lector corre el riesgo de verse enredado en los argumentos con que justifica su acción o su inacción que para el caso es lo mismo.
Thompson, quien se expresa aquí con el tono fuerte y duro del hardboiled, subgénero literario estrechamente emparentado con la novela negra, ha escrito una obra que expone la corrupción camuflada detrás de la desidia moral de la gente y de la supuesta búsqueda del bien común por parte de los servidores públicos.

viernes, 13 de octubre de 2017

Un artista del mundo flotante

Masuji Ono en Un artista del mundo flotante (1986), del escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro (premio nobel de literatura, 2017), relata cómo es su vida en el Japón de posguerra. Entrelaza su mundo cotidiano con hechos del pasado, aunque a veces piensa que tal vez sus recuerdos no sean fidedignos porque sabe que la memoria es alterada por múltiples fenómenos.
Recuerda el "Mundo flotante", el barrio de placer, fielmente retratado por los pintores adscritos a diferentes escuelas; los cuestionamientos sobre el verdadero papel del arte en la sociedad o las discusiones en torno a la forma de pintar que seguía las pautas definidas por los artistas del grabado (Ukiyo-e), como Kitagawa Utamaro, quien ejerció una gran influencia en el mundo del arte desde el siglo XIX, no solo en Japón.
Después de haber sido un pintor de renombre Masuji Ono se ve relegado e incluso censurado por las nuevas generaciones (incluida su propia familia) que no comparten su posición política durante la guerra. Y es que los nuevos vientos que recorren el Japón en 1948 anuncian un giro sustancial en la manera de ver el mundo, aunque las costumbres de la vida doméstica permanezcan; como las complicadas negociaciones para llevar a cabo un matrimonio o la profunda relación de respeto entre maestro y alumnos, por ejemplo.
Esta novela, que evoca a escritores como Junichiro Tanizaki, Natsume Sōseki u Osamu Dazai, da cuenta de un periodo poco conocido (1948-1950) de un país que tuvo que sobreponerse a la destrucción sacrificando muchas de sus raíces culturales, con el fin de adoptar un estilo de vida occidental, para sobrevivir.

viernes, 6 de octubre de 2017

Una semana en la nieve

Una semana en la nieve
Una semana en la nieve (1996), la novela de Emmanuel Carrère, tiene como protagonista a un niño solitario que combina las lecturas y las experiencias que ha tenido en sus ocho años para determinar, valiéndose de una imaginación desbordada, la forma de sus respuestas emocionales a los acontecimientos que lo afectan.
Como parte de las actividades extracurriculares de su colegio la maestra del grupo de Nicolas lleva a sus alumnos a una estación de esquí. El objetivo: reforzar, en un ambiente distinto, su independencia y vivir experiencias enriquecedoras, importantes para su futuro.
Nicolas que proviene de una familia sobreprotectora, ve con temor esta alteración de la rutina escolar y cuando llega a la estación de montaña se reafirma en sus aprensiones. Algo indefinido lo amenaza.
Al caer enfermo recibe una atención que no se le prodiga a los demás y con el ánimo de agradar al alumno más dominante del grupo le cuenta que su padre persigue a unos traficantes de órganos cuyas víctimas son niños. Sin elementos concretos para explicar muchas de las cosas que percibe, Nicolas echa mano de lo que ha oído o leído, en los cuentos de hadas o en la obra de Enid Blyton por ejemplo, para construir su historia. Sin medir las consecuencias de sus palabras Nicolas teje una red donde quedará atrapado su propio padre, quien aparece como un personaje lejano e indefinido, aunque no tanto como la madre o su hermano pequeño que apenas son esbozados por el autor.
De todas las personas con las que se relaciona Nicolas, Patrick el instructor de esquí es el único que logra establecer un puente de comunicación con él, pero es tan poco el tiempo que están juntos que ésta no va más allá del primer paso de la amistad que es el de la empatía.
En esta sugestiva novela un niño, que no se diferencia mucho de cualquier otro salvo por su capacidad imaginativa, intenta conjurar los temores que amenazan con escapar de sus pesadillas y apoderarse de la realidad.