miércoles, 18 de noviembre de 2020

El cielo protector

“…todas las cosas ocurren sólo un cierto número de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que es parte tan entrañable de tu ser que no puedes concebir siquiera tu vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizá ni eso. ¿Cuántas veces más mirarás salir la luna llena? Quizá veinte. Y, sin embargo, todo parece ilimitado.” 
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En 1949 Paul Bowles escribió El cielo protector, una novela que tiene como escenario el norte de África. El desierto y algunos pueblos polvorientos marcados aun por la guerra y la dominación colonial sirven al autor para desarrollar una historia que comienza con el viaje iniciado en el lejano New York por Port y Kit Moresby, un matrimonio a punto de desmoronarse, y su amigo Tunner un invitado de último momento.
Los Moresby esperan rehacer, lejos de su hogar, un matrimonio que pasa por una crisis que amenaza con destruir no sólo su vínculo sino a ellos mismos. Pero cuando se alejan de las rutas turísticas y se adentran en un mundo desconocido se evidencia que las grietas que llevan consigo son más profundas de lo que se creía. Los hoteles miserables, la comida y una realidad que se aleja bastante de la postal romántica acrecientan su malestar. La crisis emocional de Port y Kit se acentúa. Port es atacado cada vez más por la incertidumbre con respecto al sentido de la vida y Kit quien se mueve al vaivén de lo que traiga cada día; espera sin manifestarlo que su relación con Port se componga sin su concurso. A esta situación ambigua hay que agregarle a Tunner el amigo millonario que al parecer aceptó acompañarlos para acercarse a Kit, quien en principio lo rechaza pero que al fin accede a su deseo en su búsqueda inconsciente de liberarse de las motivaciones que impulsan a Port.
A este cocktail emocional se añade un ingrediente inesperado que, si bien no interviene de manera definitiva en las tensiones que afectan a los tres personajes principales, sí forma parte del entramado que rodea a Port, Kit y Tunner: los Lyle, una pareja de dudosa procedencia que recorre casi a la par el camino de los estadounidenses, entrando y saliendo de escena de manera intermitente.
La historia se desarrolla de tal manera que el lector se siente asediado por la misma opresión que ejerce el paisaje en los personajes, por la misma sofocación que les provoca la incapacidad de tomar una decisión definitiva. Aunque al final y sin que importen los actos desleales de Kit o la sorprendente actitud comprometida de Tunner con sus amigos, la vida se encarga de plantearles una salida. Pero como pasa con las verdaderas historias ésta no termina; no sabemos qué pasará con Tunner, pero es indiscutible que Kit seguirá buscando afuera lo que parece incapaz de encontrar en su interior.