domingo, 1 de julio de 2018

Casa de campo

“…debían engañarse a sí mismos hasta creerse voceros de una ética inmaculada para justificar la violencia, en vez de mirarla cara a cara y verla como era, la consecuencia del odio, del rencor, del miedo, de la rapiña, de la innata brutalidad. No, ellos no se atrevían a asumir su odio. Ni su codicia, ni su prepotencia, ni su cobardía. Para subsistir necesitaban conservar una imagen estilizada de sí mismos, estática, ideal…
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Desde el principio de Casa de campo, novela publicada en 1978, José Donoso anuncia su carácter ficticio interpelando al lector directamente para declarar su intención de contar una historia nacida de la imaginación.
Una familia numerosa que incluye a más de treinta hijos entre los cinco y los diecisiete años llega a su casa de campo, como todos los veranos, seguida por una descomunal corte de sirvientes. Allí pasarán tres meses. Aunque en esta ocasión una nueva actividad alterará la organización familiar; cambiará su realidad variando todos los rituales.
Los adultos de la familia Ventura se van de paseo y dejan a sus hijos a cargo de Juvenal, el mayor de ellos. Pero la salida se prolongará tanto que todas las estructuras de orden, poder y conocimiento se derrumban.
Asediados por temores ancestrales tanto los niños que permanecen en la casa a la espera del regreso de los adultos, como estos, cuyo tiempo no transcurre, son presa de las limitaciones que han marcado sus vidas desde siempre. Los mitos que rodean la casa, que es un universo en sí misma, y las pasiones que mueven a los que se fueron y a los que se quedaron, se combinan con la voluntad de quienes soterradamente socavan el statu quo que es tan rígido y antiguo como el ideario que da cohesión a la familia. La casa y la llanura inconmensurable que la rodea son tan protagonistas como los Ventura o sus sirvientes o las figuras que se mueven en los cuadros, en los murales, en los subterráneos.
Que los personajes de esta obra son el producto de la imaginación del autor se hace evidente, sobre todo, en el comportamiento de los niños cuyas ideas, deseos y actitudes en la mayoría de los casos son tan complejas como las de los adultos.
Son muchos los lugares y momentos que se entrecruzan en esta obra donde las metáforas parecen adquirir la consistencia de la realidad por medio de una trama que, compuesta de verdades y leyendas, está inmersa en un tiempo que transcurre a ritmos distintos y en un espacio que se deshace y reconstruye sin cesar.