Por su complejidad la lectura de Las
aventuras de Alicia en el país de las maravillas, publicada en 1865, siempre
será un reto para cualquier lector. Pero leer este libro es una experiencia digna
de repetirse, no sólo porque es una obra magistral sino porque cada cierto
tiempo aparece una nueva propuesta visual de esta historia que vio la luz por
primera vez en plena época victoriana.
Psiquiatras de la talla de Jacques
Lacan y filósofos como Gilles Deleuze le han dedicado sendos estudios o
comentarios a la obra de Lewis Carroll. Sin embargo, son quizás los artistas e
ilustradores de diversa índole quienes la han consagrado como uno de los libros
de imprescindible lectura en el amplio universo de la literatura. Aunque no hay
que olvidar que el cine y el teatro han contribuido a esta difusión rodando películas
de aceptación variable.
Desde que John Tenniel hizo sus
dibujos para la primera edición, han sido muchos los que han representado el
mundo de Alicia y las paradojas en las que nos sumerge. Incluso Salvador Dalí
plasmó las inquietudes que le despertó, planteando otras con sus pinturas y
dibujos.
Lo que sí no se ha hecho, ni aun
en las adaptaciones más edulcoradas, es desvirtuar el sinsentido y el absurdo
que conforman la historia y que la hacen enigmática a veces, pero siempre
seductora.
Hasta ahora la última “Alicia” es
tal vez la de Rebecca Dautremer, quien nos presenta su propia versión de los
personajes y del espacio por el que estos se mueven incesantemente. Sus
ilustraciones y bocetos de trazo sutil son tan inquietantes como el texto que
acompañan. Nos muestra un País de las maravillas distinto al que conocíamos y
con algunos detalles anacrónicos añade nuevas paradojas a una obra difícil de
ser superada. La reina de corazones, la falsa tortuga o la oruga fumadora tienen
aquí un aspecto muy diferente al que estábamos acostumbrados.
Este libro que fue publicado por
primera vez en francés en el 2010 y en español en el 2012, ya ocupa un lugar
especial en el variado mundo que se ha ido gestando a partir de una obra que
tiene más de 150 años y que sigue tan vigente como al principio.