Mostrando las entradas con la etiqueta Violencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Violencia. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de mayo de 2019

A la sombra del árbol violeta

"Les dijeron que escribieran con sus manos temblorosas:
Mi marido ya no está en ninguna parte.
Mi mujer ya no está en ninguna parte.
Mi hijo —mi hija— ya no está en ninguna parte.
Así se entregaba la muerte a las familias. En un trozo de papel que les hacían firmar y una bolsa repleta de añicos de vida.”
*************************

Cerca de cinco mil hombres y mujeres fueron ejecutados durante las purgas que, con el fin de consolidar un Estado teocrático en la República Islámica de Irán, se llevaron a cabo en ese país a principios de los años ochenta. Las consecuencias se extienden hasta hoy. Los hijos de esas víctimas, así como los sobrevivientes, llevan las huellas de un fenómeno que se repetirá mientras haya Estados que no permitan cuestionamientos ni contradictores.
La historia de una de las tantas familias afectadas por esas purgas es la que cuenta Sahar Delijani, (quien nació en una cárcel como tantos otros niños), en A la sombra del árbol violeta (Children of the Jacaranda Tree) publicada en 2013.
Esta novela con visos de autobiografía, tiene su epicentro en la casa de maman Zinat y Agajaan cuyo patio lo sombrea un jacarandá (gualanday), una imagen que acompaña a cada uno de los protagonistas como símbolo de la tranquilidad perdida. Allí el lector entra en relación, entre otros, con personajes como Omid, Forugh o Sheida, hijos de perseguidos, encarcelados o asesinados. Víctimas indirectas de una violencia sistemática que se ejerció contra cualquier tipo de disidencia con el fin de mantener los postulados de un régimen que, aunque sigue dominando, no ha podido romper los lazos familiares que les han permitido a estas personas llevar vidas casi normales; aunque las cicatrices no desaparecerán nunca de sus vidas ni de la Historia.
Quedan muchas incógnitas después de leer esta novela donde no se analizan los fundamentos reales de la violencia que se describe, sólo sus manifestaciones.

viernes, 3 de mayo de 2019

Cuatro años a bordo de mí mismo

Mañana llegaremos. Mañana. Qué terrible palabra es ésta. El mañana es absurdo. Es la esperanza de vivir y la certeza de la muerte. No debiera existir el mañana. Siempre debiera ser hoy. El hoy es lo logrado, lo que se alcanzó, la realidad, lo concreto. Hoy, ¡todo debiera ser hoy! Con esa redondez de verdad que tiene el hoy. El hoy que es la negación de la muerte.”
*************************
En 1932 se publica la novela de Eduardo Zalamea Borda Cuatro años a bordo de mí mismo, cuyo tema gira en torno a la vida, la muerte y las pasiones que las alimentan. Una obra introspectiva donde el narrador recorre el lugar que podría llegar a ser el más apartado para cualquier ser humano: su propia alma.
El protagonista, un hombre del interior arriba a Barranquilla con la intención de embarcarse hacia la península de la Guajira, el lugar con el que ha soñado y donde no sabe si podrá realizar sus fantasías. Pero la realidad superará cualquier paisaje imaginario de los que se ha forjado; empezando por el mar siempre cambiante y misterioso que al principio le niega la entrada a ese lugar mítico hacia el que se dirige. Cuando al fin llega se da cuenta de que para ese mundo nada lo ha preparado. Los personajes con los que se encuentra, gentes de todas las procedencias, combinan sus costumbres con las de los indios en un ambiente que incluye casi siempre la violencia. Personajes que no pueden escapar a la hostilidad de la tierra y el mar, ni a esos indios que aparecen por lo general en un segundo plano, pero cuya presencia es permanente.
En las páginas de esta obra, primordial para entender la narrativa moderna latinoamericana, la poesía se manifiesta en cada párrafo; en ella Zalamea describe con habilidad gentes, paisajes, situaciones y unos sentimientos que están más cerca de lo primitivo que de las convicciones morales con las llegan todos a aquellas tierras, donde hombres y mujeres están dominados por el deseo que se manifiesta de múltiples maneras.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Una pizca de maldad

“…donde fuera que estuviera, tenía la sensación de que nada tenía sentido. El mundo no me necesitaba, o mejor dicho, no había ni una cosa que me uniera al mundo.”
*************************
En Una pizca de maldad, la novela del escritor chino Ah Yi publicada en 2012, un asesino de 19 años describe los preparativos y la ejecución de un crimen, así como las medidas que toma para escapar dejando a propósito pistas para ser encontrado. Narra las circunstancias que rodean el hecho y las reflexiones y deseos que lo llevan a cometer el asesinato de una persona por la que siente afecto y respeto, así como las consecuencias a las que se ve enfrentado.
De manera errática intenta, más que justificar, explicar sus acciones, pero su indiferencia emocional le impide llegar a una conclusión satisfactoria.
El protagonista, después de meditarlo mucho, escoge detenidamente la víctima para que su muerte cause el mayor impacto posible: una joven que estudia en su mismo colegio, la única amiga que ha tenido. Se decide a matar impulsado por la necesidad de hacer algo que llene el vacío que lleva consigo. Con excesiva violencia realiza un acto gratuito en la creencia de que le inyectará emoción a una vida que desde su perspectiva carece de sentido.
Ha pensado muchas veces en suicidarse pero lo ha descartado al recordar el sabor de uno de los platos de un restaurante de comidas rápidas; ese es el nivel de profundidad de los sentimientos de un personaje que en todo caso no alcanza a despertar ni el rechazo ni la simpatía del lector.
Después de leer Una pizca de maldad se plantean de nuevo las preguntas que se repiten una y otra vez sobre la absurda violencia que aqueja nuestra época.

lunes, 25 de junio de 2018

Última salida para Brooklyn

“Su cuerpo se estremeció leve, involuntariamente. Nada desgarraba, ni siquiera ligeramente, la oscuridad; tenía los ojos cerrados y su cabeza estaba encerrada en un mundo de tinieblas del que no veía ni sentía los límites. Harry mismo era inexistente. No había más que oscuridad.”
*************************
Los aspectos más sombríos de la naturaleza humana constituyen la trama de Última salida para Brooklyn, una novela de Hubert Selby Jr. En ella, personajes acorralados por la insatisfacción y las carencias llenan su vida con drogas, sexo compulsivo, vandalismo o ataques indiscriminados a la gente común.
En esta obra sujetos tan patéticos y conmovedores como Georgette y su círculo de “amigas” o tan abiertamente agresivos y peligrosos como Tralala intentan dar significado a una existencia que no les ofrece salidas. En las estampas finales del libro la violencia cotidiana, que se escuda detrás de la ignorancia y la pobreza, es quizá más terrible que la que ejercen los gamberros como Vinnie o los sindicalistas corruptos como Harry que oculta su frustración tras una masculinidad exacerbada.
Utilizando un lenguaje duro y explícito el autor recrea un aspecto de la sociedad estadounidense que en 1964 no era tan conocido: la cara oscura del “baby boom”; Selby Jr. aprovecha todos los medios que ofrece el lenguaje para elaborar sabiamente una estructura narrativa que revive en cada página la violencia que afecta directamente a los personajes de la novela.
Su lectura desvirtúa esa imagen que los Estados Unidos quisieron vender al mundo mediante una profusión de sitcoms que llegaron a todos los rincones de la tierra: la de una sociedad bien avenida (especialmente de clase media) que resolvía con facilidad los conflictos entre las personas y donde las acciones dignas de castigo no tenían consecuencias profundas.
Una novela que fue llevada a los tribunales en Inglaterra, acusada de obscenidad, y que tuvo entre los testigos de la defensa nada más y nada menos que a Anthony Burgess merece ser tenida en cuenta, no sólo como una de esas obras que cuestionan la imagen de una sociedad específica sino también como un documento que contribuye al análisis, desde diversos puntos de vista, de la capacidad que tiene la humanidad para hacerse daño a sí misma.

viernes, 13 de abril de 2018

American Psycho

Yo tenía todas las características de los seres humanos —carne, sangre, piel, pelo— pero mi despersonalización era tan intensa, se había hecho tan profunda, que la capacidad habitual para sentir compasión había quedado erradicada, víctima de un lento y decidido borrado. Me limitaba a imitar la realidad, tenía un tosco parecido con un ser humano y sólo me funcionaba un oscuro rincón del cerebro. Estaba pasando algo horrible y sin embargo no conseguía imaginar por qué —no lo podía determinar con claridad—. Lo único que me tranquilizaba era el sonido del hielo al echarlo en un vaso de J&B.”
*************************
La década de los años ochenta se caracterizó por un florecimiento de la música pop y por la presencia mediática de un grupo humano característico en la escena financiera del mundo: el yuppie, cuyo perfil es fácilmente definible y al que Bret Easton Ellis retrata con crudeza en American Psycho, novela publicada en 1991.
Patrick Bateman, un joven adinerado de 26 años (admirador incondicional de Donald Trump), quien además trabaja en Wall Street, cuenta sus andanzas por los lugares más exclusivos y excluyentes de la ciudad de New York. Su mundo gira en torno a clubes y restaurantes de moda; sus intereses se centran en los costosos atuendos y los objetos que usan él y la gente que lo rodea. Todas sus descripciones están mediadas por las marcas que incluyen la música y el arte que consumen.
Bateman odia a casi todo el mundo y a pesar de su dinero y de tener un empleo bastante bien remunerado padece de una inseguridad patológica que lo acosa; reflejada en el cuidado excesivo de su apariencia, en su dependencia de las drogas y en su actividad secreta.
Que se puede hacer crítica social sin apelar al cliché de la lucha de clases lo demuestra Ellis con una narración novedosa que describe sin sutilezas la violencia que, imaginaria o real, lleva consigo el protagonista, ejemplo de todo un conglomerado que puede haber cambiado de nombre y hasta de métodos pero que sigue como siempre haciendo del dinero y el status su único objetivo.