viernes, 15 de mayo de 2020

La máscara de la muerte roja


“La «Muerte Roja» había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa”.
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De los siete pecados capitales, que puede cometer un ser humano contra otro o contra sí mismo, quizá el que se considera menos grave en esta época es el de la soberbia.
En La máscara de la muerte roja, cuento publicado en 1842, Edgar Allan Poe retrata con unos cuantos trazos un personaje que podría figurar en la basta galería de tópicos literarios como la representación de la arrogancia.
Durante una de las tantas pestes que han asolado a la humanidad en su ya larga historia, el príncipe Próspero reúne a sus más allegados y se retira con ellos a una abadía fortificada donde las fiestas y los banquetes se suceden en un aparente aislamiento que salvará sus vidas y les permitirá entregarse al placer, libres de toda aflicción.
A los seis meses de reclusión el príncipe resuelve dar una magnifica fiesta de disfraces que tiene como escenario siete espléndidas y suntuosas salas -donde se divierten sus mil acompañantes- cuya decoración de aspecto delirante está iluminada y realzada por una luz teñida por un tono diferente del espectro cromático. Pero en la última de ellas todo es lóbrego: una luz roja cae sobre la negra superficie de todas las cosas. Es en ese lugar donde Próspero enfrentará al extraño invitado que ha aparecido en este desenfrenado y sorprendente gaudeamus, ataviado de manera por demás ofensiva.
En este cuento uno de los maestros de la literatura representa el miedo que se disfraza de alegría y la insensatez para la que no parece que llegue a existir una cura, pues cada vez que la humanidad enfrenta una crisis que amenaza su supervivencia espera que de ella se extraiga un aprendizaje que se incorpore a su bagaje de conocimientos. Vana ilusión; la memoria humana dura muy poco. Quizá por eso existen los libros, para ayudarnos a recordar, pero su contenido también se olvida, cuando no se abren con regularidad.

martes, 5 de mayo de 2020

Ella duerme aquí

“Las palabras no pronunciadas son flores del silencio”.
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Todos los elementos del thriller policiaco están incluidos en la novela Ella duerme aquí de la escritora francesa Dominique Sylvain publicada en 2016, cuya trama se desarrolla en el famoso distrito Kabukicho de Tokio centrándose en aquellos hombres que se dedican al lucrativo negocio de satisfacer las necesidades emocionales de su clientela.
En un ámbito donde el aspecto físico es determinante Yuday es el rey de la noche en el distrito, el más admirado y deseado del lugar; en él se conjugan la apariencia y el encanto buscados por las mujeres que frecuentan este conocido lugar de Tokio. Por esa razón es escogido por kate, una mujer inglesa que quiere ser escritora, como el tema de una novela que describirá ese mundo que a ella le parece tan fascinante, pero muere antes de publicar su obra. Una muerte cuyas características rememoran los asesinatos cometidos por un hombre que fue ejecutado años atrás. Alguien está copiando sus métodos.
Con base en las declaraciones de la mejor amiga de Kate y bajo la presión del padre de la víctima se desarrolla la investigación de la policía que rápidamente llega a identificar al principal sospechoso: Yudai, el más cercano a la fallecida y hacia quien señalan los pocos indicios que se han encontrado.
Pasiones mezcladas y exacerbadas son los clásicos ingredientes con los que Sylvain teje una historia donde no faltan las falsas pistas y los callejones sin salida, hasta que al fin es posible descubrir al responsable de una muerte que parecía incomprensible y desvelar el interior de los seres humanos que se mueven en un medio diseñado para el placer, pero que no puede sustraerse a los valores de la cultura japonesa que determinan sus normas y su funcionamiento.