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viernes, 26 de abril de 2019

Una letra femenina azul pálido

Ni la cultura personal, ni la educación, ni las buenas maneras, ni otros bienes suntuarios similares logran subvertir la índole brutal de las relaciones básicas que existen entre los seres humanos.”
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En la novela corta Una letra femenina azul pálido, publicada por Franz Werfel en 1941, se disecciona de manera concisa la vida de Leónidas, un “parvenu” de la sociedad vienesa que, aunque han pasado décadas desde la caída del imperio austriaco, aún se rige por normas estrictas.
De extracción humilde, Leónidas debe su éxito a la feliz coincidencia de varias circunstancias que le abrieron las puertas de un ambiente que consideraba inaccesible. A los cincuenta años ha llegado al cenit de su vida y su carrera; casado con la bella Amelie Paradini, una mujer acaudalada, no depende de un magro salario para vivir. Lleva una existencia refinada donde no hay cabida para las preocupaciones.
Pero la imagen que se ha fabricado Leónidas en calidad de alto funcionario estatal está a punto de derrumbarse. En el preciso momento en que se ve a sí mismo como el paradigma del éxito recibe una carta que revive en su memoria una aventura casi olvidada. Vera Wormser, una mujer judía que fue su amante, le ha escrito como lo hizo quince años antes, pero en esta ocasión Leónidas decide no destruir la carta como sí lo hizo con la anterior.
Los recuerdos que despierta esa letra que vuelve a ver después de tanto tiempo, lo impulsan a mirarse con ojo crítico y a reflexionar sobre el sentido de su existencia, situación que lo lleva a contemplar la posibilidad de ejecutar acciones que tendrían consecuencias impredecibles para la estabilidad que ha conseguido con su matrimonio y como burócrata.
Werfel con una profunda perspicacia e ironía analiza la sociedad austriaca de los años previos a la anexión del país por parte de la Alemania nazi, reflejada en el débil carácter del personaje principal que se debate entre el deber y la conveniencia.

viernes, 9 de febrero de 2018

La mujer justa

“…para el delirio no hay explicación. Tarde o temprano irrumpe en todas las vidas… y quizá sea muy pobre la existencia que no se ha visto arrastrada al menos una vez por la tormenta del delirio, la vida que no ha sufrido las sacudidas de un terremoto hasta en sus cimientos o la fuerza de un tornado, que arranca las tejas con un rugido y que revuelve en un momento todo lo que la razón y el carácter han mantenido en orden hasta entonces.”
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La mujer justa de Sándor Márai, publicada entre 1941 y 1949, es mucho más que una novela donde se narran unas relaciones amorosas. En ella se exponen, además, las reflexiones del autor sobre la literatura, la sociedad, la cultura, la amistad y por supuesto el amor.
Tres voces tomarán la palabra para contar su vida:
Marika, una mujer divorciada, cuenta en detalle las circunstancias de su matrimonio y las razones para su separación, analizando al hombre con el que se casó así como el mundo burgués en el que se desenvolvió su matrimonio.
Péter, el esposo, relata los hechos desde su punto de vista, e intenta explicar sus sentimientos por su esposa y por Judit a quien conoció antes de casarse y quien es la razón para haberse divorciado.
Y Judit, una criada que remonta una rígida escala social hasta convertirse en la esposa de Péter. Pero con sus palabras se redefine la historia. El panorama cambia, pues al contrario de Marika y Péter sus acciones estarán marcadas por unas motivaciones que desvirtúan las convicciones de estos.
Sándor Márai en sus novelas despliega una agudeza excepcional para desvelar las interioridades de sus personajes. En esta obra expone con gran lucidez la tesis de que es posible amar a una persona sin llegar a conocerla plenamente al plantear una pregunta cuya respuesta se irá concretando mientras avanza la historia: ¿Existe la persona justa para cada uno o la vida se encargará de demostrar que afirmarlo sería abusar de la certidumbre?
Márai demuestra fríamente, y con bastantes argumentos, que un ser humano puede desdibujarse para los demás logrando en ocasiones engañar de tal manera, que se toma por un ser real lo que no es más que una apariencia bien construida.