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viernes, 14 de junio de 2019

Ciudad abierta

“Experimentamos la vida como un continuo y sólo una vez que declina, una vez que se vuelve pasado, vemos las discontinuidades. El pasado, si existe, es sobre todo espacio vacío, grandes extensiones de nada en las cuales flotan personas y acontecimientos significativos.”
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En New York, la ciudad cosmopolita por antonomasia vive Julius, el protagonista de Ciudad abierta, la novela de Teju Cole publicada en 2011. El narrador, un hombre llegado de Nigeria a los Estados Unidos en su temprana juventud, se identifica tanto con la cultura occidental que durante buena parte del tiempo el lector se olvida de que es un hombre africano el que habla.
Julius recorre la ciudad observando y fijando en su memoria calles, parques y situaciones donde la gente que aparece expresa sus ideas marcadas por experiencias que en algunos casos han llegado a ser extremas. Como muchas obras, ésta se va abriendo a espacios inesperados; las descripciones que hace el protagonista de lugares, personajes y emociones, así como las contextualizaciones históricas, avasallan el texto convirtiéndolo por momentos en una suma de reflexiones más que en un trabajo de ficción.
Los temas actuales que preocupan a los estadounidenses especialmente, aparte de sus condiciones particulares, son representados en los personajes de la historia, revelando diferentes maneras de pensar y actuar que evidencian algo sabido: la vida de un ser humano tiene múltiples raíces que se extienden en incontables direcciones, máxime si se trata de un inmigrante como Julius, cuyas vivencias personales se complementan con las de sus antepasados y las de muchas otras personas provenientes de distintas ciudades y países.
Aunque al final queda una sensación de insatisfacción vale la pena leer una obra que lleva al lector por una variedad de asuntos que, si bien no conforman una novela como suele pensarse, dan cuenta de los vastos conocimientos del autor sobre temas tan variados como las aves, la música, la historia y por supuesto New York.

viernes, 3 de marzo de 2017

Americanah


La novela Americanah, de la escritora de Nigeria Chimamanda Ngozi Adichie publicada en 2013, narra la historia de una muchacha a quien las circunstancias adversas de su país empujan a viajar al exterior para continuar sus estudios sin interrupciones. Como todos los cambios drásticos éste tendrá consecuencias de distinta naturaleza. Tanto Ifemelu como Obinze, su novio del colegio (quien viaja a Inglaterra), o Uju, su tía, pasarán por experiencias igualmente traumáticas en circunstancias similares.
Al llegar a los Estados Unidos Ifemelu tendrá que reconsiderar la imagen que se había formado de ese país; verá confrontada su propia identidad, pues allí un extranjero ocupa automáticamente un lugar con categorías ya establecidas. Descubrirá que en los Estados Unidos todo aquello que define a un ser humano está fijado principalmente por características tales como el color de la piel, el acento o el grado de delgadez de su cuerpo.
Este choque cultural e intelectual tiene una repercusión tan grande en Ifemelu que al comienzo se siente obligada a copiar las acciones de las minorías y de muchos inmigrantes, que tratan desesperadamente de adoptar determinados comportamientos, esperanzados en mezclarse con éxito en una sociedad que los rechaza por principio.
Esta novela, que es un manifestó de independencia y afirmación -consignado en los blogs que escribe-, es también la historia de los amores de una mujer joven que quiere ser reconocida por lo que es y no por corresponder a los estereotipos tanto del país que la acoge con reluctancia como de su país de origen.

jueves, 2 de febrero de 2017

Todo se desmorona

Escrita por el nigeriano Chinua Achebe, y publicada en 1958, Todo se desmorona describe la existencia normal de un pueblo que a causa de una invasión se ve alterada abruptamente.
La vida se desarrolla con naturalidad en Umuofia el pueblo donde Okonkwo, uno de los guerreros más fuertes y respetados, vive tranquilamente con sus tres esposas y sus hijos… hasta que rompe una de las reglas de la comunidad. A raíz de ese hecho tiene que exilarse siete años. Cuando regresa encuentra que su pueblo ha cambiado a causa de fuerzas externas que lo alterarán definitivamente.
La vida en Umuofia se había mantenido fija desde tiempos inmemoriales, regida por leyes que controlaban cada aspecto de la conducta de sus pobladores. Desde el nacimiento hasta la muerte sus acciones estaban determinadas de antemano. El pulso de la tierra se medía por las lluvias, la siembra, las cosechas y el tiempo entre estas actividades que se llamaba Semana de la Paz. Los rituales para cada momento significativo eran seguidos con entusiasmo e interés por todos.
Romper el orden se castigaba taxativamente y las penas eran aplicadas por los hombres, por los sacerdotes, los espíritus o los dioses. Nada estaba escrito, pero la ley permanecía en la memoria colectiva y su infracción traía consecuencias que se asumían sin cuestionamientos.
Así se regían los destinos de Umuofia. Hasta que llegaron los europeos que, además de una religión extraña e ilógica, implantaron una administración que juzgaba con arreglo a mandamientos desconocidos y un sistema educativo que amenazó su organización social.