Classics Illustrated (Estados Unidos, 1968)
“Cuando tratamos de enfrentar las necesidades íntimas de otros, percibimos cuán incomprensibles, vacilantes y nebulosos son los seres que comparten con nosotros la visión de las estrellas y el valor del sol. Es como si la soledad fuese la condición dura y absoluta de la existencia; la envoltura de carne y sangre en que se clavan nuestros ojos se licua ante nuestra mano extendida, y sólo queda el espíritu caprichoso, inconsolable y fugaz que ninguna mirada puede perseguir, ninguna mano aferrar.”
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En la novela “Lord Jim” de Joseph
Conrad, publicada en 1899, el capitán Marlow relata la historia del marinero Jim
basándose en los hechos que conoció de primera mano y en los testimonios que le
llegaron por distintas fuentes. Se trata de un hombre a quien un rígido código
moral le impide olvidar un suceso en el que no actuó de acuerdo a sus
convicciones.
El Patna, un barco que naufraga
en el océano Índico, es abandonado por la tripulación de la que Jim hace parte,
aunque sólo él sufrirá por los señalamientos que se les harán debido a esa
conducta deshonrosa.
Después de su “fracaso”, Jim se
dedicará a pasar de un trabajo a otro sin detenerse mucho tiempo en ningún
lugar. Como si se castigara por haber fallado en un momento en donde su autodominio
fue puesto a prueba.
Más tarde, cuando parece haber
encontrado un lugar en el mundo, en la selva, alejado de la civilización a la
que pertenece, ésta lo alcanza para retarlo una vez más en cabeza de un seudo
pirata que odia lo que él representa. La respuesta que da Jim a ese reto no
satisfará a las personas con quienes ha conformado una sociedad paralela a
aquella de la que se ha separado.
Muchos de los que han conocido a Jim coinciden
en llamarlo ingenuo por su incapacidad de ver el mundo tal como es. Stein, su
último jefe, lo tacha de romántico. Quizá sea esta la mejor definición para un
hombre que está dispuesto a pagar con su vida por los errores cometidos.