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sábado, 11 de enero de 2020

Mil grullas

"Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos."
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En una antología de cuentos de diversos autores aparece en 2011 Mil grullas de Elsa Bornemann. En este relato, basado en una creencia japonesa, dos niños, Toshiro Ueda y Naomi Watanabe, protagonizan una historia que aparentemente es interrumpida por el suceso más catastrófico del siglo XX, pero que permanece en el tiempo gracias al recuerdo que perpetua un Toshiro adulto.
La autora convierte un hecho pavoroso en un ejemplo de la capacidad que tienen los seres humanos para sobreponerse al horror apoyándose en la esperanza, ese estado de ánimo que permite paliar el dolor en ocasiones. No en vano en la antigua Roma se la consideraba una divinidad hermana del sueño que da tregua a las penas y de la muerte que las termina.
Mil grullas es un cuento que lleva a reflexionar sobre la inconsciencia con la que diariamente se llevan a cabo tantas acciones que tal vez sean las últimas de nuestra vida, sobre todo en una época tan convulsionada como ésta, donde la estabilidad es tan frágil como un pájaro de papel. Es cierto que cada acto que ejecutamos siempre es el último y sin embargo es el primer paso para el siguiente. Esta es quizá una de las tantas lecturas que permite una historia simple pero llena de significados.
Aunque se basa en una de las tantas creencias populares que muy seguramente no tienen ningún asidero en la realidad, Mil grullas apela a esa atávica necesidad humana de encontrar una razón para la desgracia, así tenga que recurrir a las quimeras que en muchos casos convierten el sufrimiento en poesía; comprobando una vez más que las pequeñas cosas pueden redimir en algo los actos terribles que se infligen unos a otros los seres humanos.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Los amigos


“La luz siempre está ahí, pero los colores se esconden. Debe haber millones de cosas así en el mundo. Existen, pero ocultas, y no podemos verlas. Algunas se muestran tras un pequeño cambio; otras sólo tras la larga y difícil búsqueda de científicos o exploradores. Me pregunto si habrá algo escondido esperando a que yo lo descubra.”

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La novela Los amigos (1992) de Kazumi Yumoto inicia con el proceso de una indagación trascendental: ¿qué pasa en el preciso momento de la muerte de una persona? Un tema que preocupa a Kiyama, Kawabe y Yamashita, tres chicos que están a punto de abandonar la infancia. Afortunadamente, para ellos, se enteran de que hay en el vecindario un hombre viejo y huraño cuyo aspecto y el de su casa presagian un inminente desenlace.
Deciden acecharlo para esperar su muerte y ver cómo sucede este misterio. Lo observan estrechamente y nada los interrumpe, ni la curiosidad de sus compañeros, ni las exigencias del colegio o de sus familias. Sin embargo, la vigilancia se prolonga e inevitablemente se dan contactos que terminan por producir un acercamiento entre el anciano y los niños cuando sobrepasan la lógica desconfianza mutua. La acechanza se transforma en amistad.
Los niños descubren en la historia del hombre sucesos que quizá expliquen su hosco comportamiento y el anciano recibe nuevos bríos con la energía que le insuflan estos chicos para los que todo en el mundo es nuevo.
En esta novela de formación, o de aprendizaje, el lector se encuentra con dos temas siempre actuales: la muerte y la relación entre generaciones; aunque durante el transcurso del relato el foco de interés inicial pierde fuerza y ya no es el fallecimiento de una persona lo importante, es la amistad y sus lazos que nacen y pueden tejerse de múltiples maneras.

viernes, 17 de mayo de 2019

Lucas y Claus

“Hay vidas que son más tristes que el más triste de todos los libros.”
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Entre 1986 y 1991 la escritora húngara Agota Kristof publicó en francés su trilogía de novelas compuesta por El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira donde desarrolla la historia de Lucas y Claus, unos gemelos cuyas vidas están íntimamente ligadas con el destino de un país durante la Segunda Guerra Mundial y el mundo que vino después.
La primera novela, “El gran cuaderno”, comienza con la llegada de dos niños a la casa de su abuela, una mujer analfabeta que los recibe de mala manera. Para sobrevivir al maltrato verbal y al aislamiento en una casa en las afueras de una pequeña ciudad los gemelos se dedican a extraños ejercicios destinados a endurecer su carácter. Con un comportamiento amoral que no respeta las normas que se les quieren imponer definen un estilo de vida propio (consignado minuciosamente en los cuadernos que escriben) que altera las costumbres y convicciones de los que están a su alrededor.
En “La prueba” se da la separación entre Lucas y Claus cuando éste último logra escapar del país, dominado por una potencia extranjera. Lucas sigue con su vida, aunque sus actos están determinados por la soledad en la que lo ha dejado su hermano.
En “La tercera mentira”, donde vuelve a aparecer Lucas, se ponen en duda todos los hechos que creíamos verdaderos; hasta el final no sabremos si hay dos hermanos o si uno de ellos es una entelequia creada por una sola persona, así como podrían ser invenciones las vicisitudes por las que han pasado los protagonistas, los personajes que han conocido o los dramas que han vivido. Todo lo que se ha contado pudiera ser el producto de la imaginación de Lucas… o de Claus.
En un lenguaje escueto y directo Agota Kristof narra una historia sin apasionamiento como es la misma escritura de los protagonistas que se ciñen al uso de palabras que encierran las emociones y los hechos en conceptos objetivos.

viernes, 24 de agosto de 2018

El viento en los sauces


“Nosotros, los que desde hace tiempo hemos perdido los sentidos físicos más sutiles, no tenemos el vocabulario adecuado para expresar la comunicación de un animal con el mundo que lo rodea.”
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En 1908 Kenneth Grahame publica un clásico de la literatura infantil: “El viento en los sauces” con ilustraciones de Paul Bransom; desde entonces las aventuras de Topo, Rata de agua, Tejón y Sapo han acompañado a lectores de todas las edades.
Todo comienza un día de primavera cuando Topo influenciado por el espíritu de la tierra que renace decide explorar el mundo exterior. Cuando sale a la superficie su amplitud lo sorprende. Con quien primero hace amistad es con Rata de Agua (navegante y poeta) quien lo invita a quedarse en su casa a la orilla del río. Desde allí, Topo continuará después conociendo lugares como el Bosque Salvaje o la mansión de Sapo y personajes como su frívolo e irresponsable dueño o el señor Tejón que representa la mesura.
En “El viento en los sauces”, donde todos llevan una vida alterada solamente por las vicisitudes propias de cualquier comunidad, conviven seres humanos y animales en orden de igualdad mezclando sus asuntos como sucede en las malhadadas aventuras de Sapo, que no conoce restricciones, o las aventuras de Rata y Topo relacionadas con las características de cada estación.
Tanto en la tradición popular como en la literatura universal se encuentran bastantes ejemplos de cuentos y fábulas con animales humanizados; desde Esopo hasta nuestros días muchos autores han dedicado su talento a escribir historias de animales cuyas vidas como las de los humanos están marcadas por el carácter de cada individuo.

viernes, 6 de octubre de 2017

Una semana en la nieve

Una semana en la nieve
Una semana en la nieve (1996), la novela de Emmanuel Carrère, tiene como protagonista a un niño solitario que combina las lecturas y las experiencias que ha tenido en sus ocho años para determinar, valiéndose de una imaginación desbordada, la forma de sus respuestas emocionales a los acontecimientos que lo afectan.
Como parte de las actividades extracurriculares de su colegio la maestra del grupo de Nicolas lleva a sus alumnos a una estación de esquí. El objetivo: reforzar, en un ambiente distinto, su independencia y vivir experiencias enriquecedoras, importantes para su futuro.
Nicolas que proviene de una familia sobreprotectora, ve con temor esta alteración de la rutina escolar y cuando llega a la estación de montaña se reafirma en sus aprensiones. Algo indefinido lo amenaza.
Al caer enfermo recibe una atención que no se le prodiga a los demás y con el ánimo de agradar al alumno más dominante del grupo le cuenta que su padre persigue a unos traficantes de órganos cuyas víctimas son niños. Sin elementos concretos para explicar muchas de las cosas que percibe, Nicolas echa mano de lo que ha oído o leído, en los cuentos de hadas o en la obra de Enid Blyton por ejemplo, para construir su historia. Sin medir las consecuencias de sus palabras Nicolas teje una red donde quedará atrapado su propio padre, quien aparece como un personaje lejano e indefinido, aunque no tanto como la madre o su hermano pequeño que apenas son esbozados por el autor.
De todas las personas con las que se relaciona Nicolas, Patrick el instructor de esquí es el único que logra establecer un puente de comunicación con él, pero es tan poco el tiempo que están juntos que ésta no va más allá del primer paso de la amistad que es el de la empatía.
En esta sugestiva novela un niño, que no se diferencia mucho de cualquier otro salvo por su capacidad imaginativa, intenta conjurar los temores que amenazan con escapar de sus pesadillas y apoderarse de la realidad.