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sábado, 14 de agosto de 2021

Muy caribe está

"…después, ya caduco, he aprendido que, como ser joven, se es feliz sin entenderlo. Que felicidad y juventud solamente se entienden cuando se han perdido. Que ambas, más que un estar, son un ir".

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Leer Muy Caribe está de Mario Escobar Velásquez, publicada por primera vez en 1999, puede ser, al comienzo, un quebradero de cabeza mientras uno se acostumbra a los giros desusados, a las palabras inventadas o anacrónicas, raras por decir lo menos, aunque algunas de ellas sean tan sonoras que se siente la necesidad de pronunciarlas en voz alta; pero son tantas que se hace evidente el esfuerzo del autor por crear constantemente imágenes literarias.

Luego de encontrar el hilo que lo lleve a uno por ese laberinto de frondosas palabras, la lectura se facilita pero no por mucho tiempo pues luego viene la dificultad, que para algunos podría llegar a ser excesiva, de digerir los pasajes de violencia, venganza y todo tipo de trapacerías que aparecen a cada giro de página como le pasa a los protagonistas que, a cada momento, deben enfrentarse con la furia de los elementos o con la que llevan en sus mentes y corazones españoles e indios, como se les llamaría a los habitantes originales de esta tierra, que todavía en la época de la novela no había dejado de ser una avanzada de la India.

Para recontar un retazo de la historia de lo que hoy se conoce como Urabá, Mario Escobar apela a un recurso literario conocido: un anciano que rememora parte de su vida a manera de testamento o de inventario de acciones.

Un renegado español que intentó convertirse en indio, y cree haberlo logrado, escribe muchísimos años después sobre su llegada a una tierra desconocida para él y acerca de su fascinación con las costumbres aborígenes, pero sobre todo con las mujeres, que no dejan de ser personajes secundarios a pesar de los intentos del autor por convertirlas en protagonistas. Paradójicamente este recuento no se hace en el lugar donde ocurrieron los hechos, se hace en algún punto de Europa, en un convento que aprovechadamente el cronista utiliza para pasar sus últimos años en una paz que no es la suya, que le sustrae al claustro donde viven otros que tal vez sí crean, al contrario del narrador que se declara incrédulo.

Muy Caribe está puede leerse como una reflexión sobre el tiempo y la muerte o como otra novela donde se anatematiza y condena la conquista española, volviendo presente un hecho de hace medio milenio; una herida infligida por gente desaparecida a gente igualmente desaparecida que increíblemente se mantiene abierta. Otra obra, diatriba y panegírico a la vez, que se suma a las que periódicamente aparecen en contra o a favor de esos muertos, por parte de los descendientes directos tanto de las víctimas como de los victimarios. Aunque en este caso hay que resaltar, además de sus aciertos literarios, el conocimiento de la región de la que se habla y la profunda investigación hecha por el autor sobre ese periodo de la conquista que tuvo como centro el golfo de Urabá en Colombia.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

La torre

“Verdades tragadas, pensamientos no pronunciados sumían al cuerpo en la amargura, lo revolvían haciendo de él una mina de miedo y de odio. Rigidez y reblandecimiento al mismo tiempo eran los síntomas principales de la extraña enfermedad. En el aire había un velo a través del cual se respiraba y se hablaba. Los contornos se volvieron confusos, a las cosas ya no se las llamaba por su nombre.”
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La Torre de Uwe Tellkamp, publicada en 2008, narra una historia que se desarrolla en las postrimerías de la República Democrática Alemana, describiendo las circunstancias de una clase media que en teoría no existe en esta supuesta democracia, pero que es fácilmente identificable, tanto como son reconocibles los miembros de esa pequeña burguesía que en público acata los postulados del partido pero que en privado busca y disfruta de algunas prerrogativas como viajes al exterior y el acceso, así sea restringido, a diferentes productos de occidente, además de una fuerte, extensa y segura red de relaciones que le permite paliar necesidades sin tener que acudir al dinero, una especie de sociedad del trueque basada en favores.
Los personajes de esta novela (médicos, ingenieros, editores y abogados entre otros profesionales) tienen que vivir en casas que fueron divididas para que sirvan de alojamiento a varias familias donde se comparte por obligación, la sala, el jardín (donde lo hay) y hasta el baño mientras los privilegiados que pertenecen a una élite similar a la aristocracia roja soviética pueden vivir en grandes casas individuales como cualquier burgués, merced que no se reduce a la vivienda sino a todas esas prebendas que se adquieren con la riqueza, así en aquel país ésta no se le pueda atribuir oficialmente a un solo individuo.
En cada uno de los personajes principales se evidencia el forcejeo entre sus convicciones y las creencias prescritas para una sociedad absolutamente reglamentada: Meno, editor y entomólogo, debe luchar por mantener cierta independencia con respecto a la censura que limita su trabajo; la señora Schevola, vetada en la sociedad de escritores (llamada eufemísticamente Asociación de Trabajadores del Espíritu) por expresar lo que le parece y no escribir según los dictados estatales que promueven una literatura panfletaria, es relegada al ostracismo; Christian, el estudiante y lector insaciable que compromete todo su futuro por leer lo que no está permitido, espera a que el tiempo que pase obligatoriamente en el ejército no destruya las ideas humanistas que ha desarrollado con sus lecturas. Situaciones que se asemejan a las que viven todos en cada uno de sus campos de trabajo.
La ciudad de Dresde sirve de epicentro a este gran relato descrito con gran belleza por un autor que disecciona la realidad con pulso tan firme como lo hace Richard, el cirujano, otro de los personajes atrapados en ese mundo de verdades a medias y falacias absolutas.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Sinuhé el egipcio

Producto de una minuciosa investigación Sinuhé el egipcio (1945) es una novela que sorprende al lector, sobre todo cuando descubre que muchas de las cosas que conocía o de las que había oído hablar ya se conocían o habían pasado en el antiguo Egipto.
Cada vez que se abra este libro pueblos y ciudades, hoy desaparecidos, volverán a la vida gracias a la pluma de Mika Waltari, quien elabora con datos históricos una habilidosa trama donde un médico de origen oscuro, es el testigo de acontecimientos que sucedieron hace más de tres mil años y en donde aparecen caracteres tan interesantes como Akhenatón, quien pretendió imponer al imperio una religión monoteísta, o Nefertiti cuya belleza se mantiene intacta a pesar de los milenios.
Al final de su vida y desterrado, Sinuhé, que se vio enfrentado a toda clase de peligros, escribe su historia sin la intención de ser leído. Ha visto tanto que ya no tiene confianza en el ser humano; escribe sólo para sí mismo; está convencido que de la experiencia ajena nadie aprende. No espera reconocimientos pues ya los tuvo todos y también los perdió todos.
En su relación de hechos surgen de nuevo los lugares que le ayudaron a formarse y a templar su espíritu: la Casa de la Vida, adonde asistió siguiendo los pasos de su padre adoptivo; la Casa de la Muerte, donde se encerró para autocastigarse. Describe las luchas religiosas a causa de la ruptura que con los dioses tradicionales y sus sacerdotes provocó el faraón Amenofis IV conocido como Akhenatón. Nos cuenta acerca del orgullo y la obstinación de la princesa Baketamon o del amor desesperanzado y la ambición de Horemheb.
En su relato aparecen las mujeres que conoció y que lo marcaron profundamente: Merit, dueña de la taberna “La Cola de Cocodrilo”; Minea, la cretense, consagrada a un dios; Nefer, una mujer cuyo atractivo era tal que quien la evocara tenía que repetir su nombre tres veces.
Describe su paso por países lejanos y de extrañas costumbres, desempeñándose como médico, embajador y medio espía. Y por supuesto nos presenta a su esclavo Kaptah quien le roba moderadamente como debe hacer cualquier esclavo y a quien lo aquejaba una sed constante.
Todo se repite, es el leit motiv de esta obra publicada en 1945 que siempre estará entre los primeros lugares de la novela histórica, un género que se ha vuelto bastante popular, aunque no siempre mantenga la calidad con la que escribió Mika Waltari.