"…después, ya caduco, he aprendido que, como ser joven, se es feliz sin
entenderlo. Que felicidad y juventud solamente se entienden cuando se han
perdido. Que ambas, más que un estar, son un ir".
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Leer Muy Caribe está de Mario Escobar Velásquez, publicada por primera vez en 1999, puede ser, al comienzo, un quebradero de cabeza mientras uno se acostumbra a los giros desusados, a las palabras inventadas o anacrónicas, raras por decir lo menos, aunque algunas de ellas sean tan sonoras que se siente la necesidad de pronunciarlas en voz alta; pero son tantas que se hace evidente el esfuerzo del autor por crear constantemente imágenes literarias.
Luego de encontrar el hilo que lo lleve a uno
por ese laberinto de frondosas palabras, la lectura se facilita pero no por
mucho tiempo pues luego viene la dificultad, que para algunos podría llegar a
ser excesiva, de digerir los pasajes de violencia, venganza y todo tipo de
trapacerías que aparecen a cada giro de página como le pasa a los protagonistas
que, a cada momento, deben enfrentarse con la furia de los elementos o con la
que llevan en sus mentes y corazones españoles e indios, como se les llamaría a
los habitantes originales de esta tierra, que todavía en la época de la novela
no había dejado de ser una avanzada de la India.
Para recontar un retazo de la historia de lo
que hoy se conoce como Urabá, Mario Escobar apela a un recurso literario conocido:
un anciano que rememora parte de su vida a manera de testamento o de inventario
de acciones.
Un renegado español que intentó convertirse en
indio, y cree haberlo logrado, escribe muchísimos años después sobre su llegada a
una tierra desconocida para él y acerca de su fascinación con las costumbres aborígenes, pero
sobre todo con las mujeres, que no dejan de ser personajes secundarios a pesar
de los intentos del autor por convertirlas en protagonistas. Paradójicamente
este recuento no se hace en el lugar donde ocurrieron los hechos, se hace en
algún punto de Europa, en un convento que aprovechadamente el cronista utiliza
para pasar sus últimos años en una paz que no es la suya, que le sustrae al
claustro donde viven otros que tal vez sí crean, al contrario del narrador que
se declara incrédulo.
Muy Caribe está puede leerse como una reflexión sobre el tiempo y la muerte o como otra novela donde se anatematiza y condena la conquista española, volviendo presente un hecho de hace medio milenio; una herida infligida por gente desaparecida a gente igualmente desaparecida que increíblemente se mantiene abierta. Otra obra, diatriba y panegírico a la vez, que se suma a las que periódicamente aparecen en contra o a favor de esos muertos, por parte de los descendientes directos tanto de las víctimas como de los victimarios. Aunque en este caso hay que resaltar, además de sus aciertos literarios, el conocimiento de la región de la que se habla y la profunda investigación hecha por el autor sobre ese periodo de la conquista que tuvo como centro el golfo de Urabá en Colombia.