domingo, 14 de julio de 2019

¡Vivir!

“—El buey ara el campo, el perro vigila la casa, el monje mendiga, el gallo anuncia la mañana, y la mujer teje, ¿dónde se ha visto un buey que no are? Así ha sido desde la antigüedad. ¡Vamos! ¡Muévete!
(…) al oír las voces del anciano, el viejo buey cansado levantó la cabeza y avanzó tirando del arado. Vi que la espalda del anciano y el lomo del buey eran igual de oscuros; dos existencias que entraban en el crepúsculo, surcando el duro suelo de ese campo, alzando terrones como olas en la superficie del agua.”
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Yu Hua, narra en ¡Vivir! (publicada en 2010) la historia de Fugui, un heredero que dilapida su fortuna en los burdeles y en las mesas de juego. Cuando la tierra que pertenecía a su familia pasa a manos de un tahúr, todos deben irse a vivir a una choza. Allí lo acompañan sus padres y después de un tiempo Jiazhen, su esposa, quien había sido reclamada por su padre en vista de los reveses económicos.
La historia empieza cuando un hombre que recorre los campos chinos en busca de canciones populares se encuentra con un anciano que trabaja en los arrozales con un buey tan viejo y tan solo como él. El anciano le cuenta toda su vida. Con un sentido fatalista cuenta lo que le ocurrió desde que era joven hasta el presente: cómo fue testigo del derrumbe del sistema feudal que imperaba en China, aún en los comienzos del siglo XX; la instauración del comunismo y las consecuencias económicas para su pueblo y la ciudad cercana que en última instancia son el reflejo de lo que sucedió en todas partes. La “Gran marcha” o la “Revolución cultural” definen un nuevo país mientras la realidad de Fugui transcurre entre las exigencias productivas marcadas por el Estado y las muertes que diezman a su familia.
A China se le conoce en occidente por acontecimientos que evidentemente tienen la dimensión de catástrofes o hitos históricos según se mire; pero pocas veces se tiene la oportunidad de leer un relato donde se muestre el rostro sencillo de un país al que casi siempre se menciona en esta época por su milagro económico o sus intervenciones en política internacional.