viernes, 15 de febrero de 2019

El corazón de las tinieblas

"La selva había logrado poseerlo pronto y se había vengado en él de la fantástica invasión de que había sido objeto. Me imagino que le había susurrado cosas sobre él mismo que él no conocía, cosas de las que no tenía idea hasta que se sintió aconsejado por esa gran soledad... y aquel susurro había resultado irresistiblemente fascinante."
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El marinero Charlie Marlow narra en El corazón de las tinieblas (la novela de Joseph Conrad publicada en 1899) lo que le sucedió al dejarse llevar por un anhelo de la infancia: descubrir lo que escondían esos lugares que aparecían en los mapas como misteriosas manchas blancas.
Después de gestionar su ingreso en una compañía europea que explota las riquezas en uno de esos lugares, Marlow hace un viaje para el que nada lo había preparado, pues allí deberá enfrentarse a una realidad dominada por el desorden, la desidia y el maltrato extremado al que son sometidos los aborígenes, sin contar con la hostilidad de la misma tierra que sólo ofrece con largueza enfermedad y muerte.
Su primera tarea será rescatar del río el barco del que será capitán; mientras espera los repuestos para armar el barco que ha sacado pieza a pieza percibe que la mayoría de los hombres ha sucumbido a la influencia del clima y a la opresión de la selva que los rodea. Se ve enfrentado con aspectos del ser humano que desconocía.
En toda esta realidad anómala de acciones fallidas destaca una figura que tarda en aparecer: el agente Kurtz, un hombre en torno al cual corren muchos rumores.
Por fin Marlow puede emprender su misión principal que es la de remontar el río y rescatar al agente Kurtz, acompañado de los hombres que intentan beneficiarse de lo que haya conseguido esta especie de visionario con un gran poder de seducción. Aunque las expectativas que se ha creado no guardan relación con lo que encuentra: Kurtz ha sucumbido a la ambición y su capacidad de hechizar con las palabras se ha vuelto en su contra.
Marlowe regresará a su país después de haberse tropezado con aspectos del ser humano que desconocía y con la certeza de haber visto el horror que yace en el corazón de la oscuridad, materializado entre otras cosas en la expoliación, disfrazada de tarea civilizadora, llevada a cabo por Bélgica y otros países europeos
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viernes, 1 de febrero de 2019

La Oficina de Estanques y Jardines

“Miyuki era feliz por haber sido feliz, aunque, a decir verdad, no sabía qué había detrás de la palabra felicidad (...). Habría sido incapaz de dar una definición, salvo para diferenciarla de sus incontables contrarios (aflicción, sufrimiento, herida, tormento, malestar, vergüenza, asco, repulsión, decepción, cansancio extremado, agotamiento, debilidad, extenuación, desvalimiento, desesperación, llaga, contrariedad), que eran el pan de cada día de las criaturas sensibles.”
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La paradójica sociedad japonesa del periodo Heian es el escenario de La Oficina de Estanques y Jardines, la novela del francés Didier Decoin escrita entre 2004 y 2016 y publicada en 2017, que conjuga dos formas de percibir el mundo representadas por Amakusa Miyuki, una mujer que ha desarrollado una profunda e intensa conexión con la naturaleza, y Nagusa Watanabe, a quien su larga vida en la corte ha refinado de tal manera que es capaz de experimentar sensaciones que no alcanzan a entender los demás.
Después de la muerte de Katsuro, el pescador que proveía de los más espléndidos peces a los estanques de los principales templos de Heian-kyō (la actual Kioto), Miyuki, su viuda, debe emprender el camino hacia la capital para satisfacer un pedido regular de la Oficina de Estanques y Jardines. A pesar de los previsibles obstáculos que encuentra logra llegar a la capital, entrevistarse con Nagusa el director de dicha oficina y entregar los peces. De ese encuentro surgirán nuevas experiencias que estarán especialmente ligadas a la participación del funcionario en el “takimono awase” (competición de perfumes), hecho que podría cambiarles la vida: tal vez Miyuki consiga a su manera simple preservar el recuerdo de Katsuro y el alto funcionario logre perpetuar su propio legado.
Decoin evoca en su novela un tiempo completamente regulado por las creencias, las tradiciones y los rituales que intentaban controlar una naturaleza llena de misterios. Una época que recurría a la poesía de los sentidos para apresar los instantes de un universo que es incierto e ilusorio según las enseñanzas del budismo.
Al leer esta obra es imposible no recordar La novela de Genji, la inmortal novela de Murasaki Shikibu escrita en el siglo XI o el Libro de la almohada de Sei Shōnagon del siglo X.