Cuando muere Pavel Isáiev, su padre, Fiódor Dostoievski, va a Petersburgo a recoger sus pertenencias pero sobre todo a recuperar de alguna manera el tiempo que aquel pasó en esa ciudad. Así inicia la novela El maestro de Petersburgo publicada en 1994 por J. M. Coetzee.
Durante ese proceso de reconstrucción el padre, a quien lo agobia el dolor por la muerte de su hijo, tendrá que exponerse a escuchar testimonios que parecen desvelar los verdaderos sentimientos de Pável. La vida de éste en Petersburgo le revela aspectos insospechados de su hijo: como su relación con uno de los movimientos más beligerantes contrarios al Estado ruso o la duda que pesa sobre las verdaderas causas de su muerte.
Más que a una investigación sobre la muerte de Pável se asiste a la inmersión del personaje Dostoievski en la intimidad de una relación donde el hijo participa pasivamente. Mientras busca en todos los lugares posibles e interroga a los testigos más directos acerca del pensamiento de su hijo, tiene que enfrentar la idea de su probable desamor o al menos la mirada cruda con que lo observa desde un lugar inalcanzable.
En esta novela se plasman, además de su rechazo a la manipulación que se quiere hacer de la muerte, las ideas de Dostoievski sobre la política rusa y su oposición a la supuesta voz del pueblo que pretende representar el amigo revolucionario de Pável.
La convulsionada realidad rusa durante 1869 sirve de telón de fondo a Coetzee para presentar al lector la imagen atormentada de un escritor que intenta conciliar sus ideas políticas con sus convicciones religiosas y en última instancia con el oficio de escribir.
Una apasionante historia donde un hombre se cuestiona la verdad de sus emociones influenciadas, irremediablemente, por la situación social de la madre Rusia que le tocó vivir.