¿Qué podrán tener en común un escritor estrella, un vendedor de muebles líder de una secta satánica, una cantante de música pop y un empresario de dudosa reputación?
El autor italiano Niccolò Ammaniti con un gran bagaje de conocimientos, o una muy desarrollada capacidad de recopilar información en la red, da al lector en Que empiece la fiesta (2009), una historia que se lee en clave de comedia grotesca pero que es en realidad una ácida crítica a la dimensión moral de la sociedad contemporánea.
En una fiesta, que se efectúa en un enorme parque convertido en zoológico desproporcionado y donde hasta es posible realizar cacerías que evocan épocas pasadas, se juntan los famosos de una sociedad italiana muy similar a la real.
Ammaniti dibuja unos personajes que copian a los nuevos héroes, reconocidos en todo el mundo. Personajes que han llegado a la fama gracias a acontecimientos aleatorios y que tienen un denominador común: la popularidad y el dinero.
A todo lo largo de la novela hay un regusto a cultura pop, a la trivialización de la vida que se hace en los medios de comunicación y que el público sigue fanáticamente.
Hasta la literatura se ve rebajada por escritores que luchan por conciliar su adicción a la fama con la creencia de que su trabajo debe ser testigo de la realidad. Y los ídolos de hoy, los deportistas, aparecen convertidos en una especie de monstruos tipo Hulk recluidos en un mundo cuasi prehistórico.
Por el contrario en el mundo cotidiano la vida sigue su curso y la gente corriente, los demás, viven con arreglo a anhelos más viscerales.