viernes, 1 de marzo de 2019

El golem

“El que pregunta obtiene la respuesta que necesita: de lo contrario, ninguna criatura seguiría el camino de sus anhelos.”
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Una profunda búsqueda caracteriza El golem, la novela del género fantástico que Gustav Meyrink publicó en 1915, donde el azaroso destino de Athanasius Pernath se entreteje con la presencia de un ser creado por un rabino que según una leyenda judía aparece cada treinta y tres años, causando estupor y espanto a quienes se lo encuentran.
El protagonista, que habita en el gueto de Praga, no recuerda casi nada de su pasado e inicia una indagación impulsado por la sensación de que su vida no tiene asidero en la realidad. Con ese propósito intenta estrechar sus lazos de amistad con el archivero del ayuntamiento judío, Schemajah Hillel, quien vive en su mismo edificio pero cobra más fuerza su interés en auxiliar a Angelina, una mujer en peligro que resulta ser una amiga de la infancia, y a Miriam, la vecina que cree que los milagros existen, terminando por internarse en un laberinto físico y emocional que paso a paso le permite reconstruir sus recuerdos cuya perdida es el producto aparente de las sesiones de hipnotismo a las que fue sometido para tratar su locura.
En esta historia de rencores, intrigas y muertes violentas, se entrelazan leyendas populares con el esoterismo y las teorías sobre el inconsciente. Colmada de simbologías que se apoyan en la Cábala, la alquimia, el tarot y antiguos ritos esta novela mezcla sueño y vigilia de manera indistinta llevando al lector a una zozobra constante y a sentir por sí mismo el horror que produce lo desconocido, uno de los elementos imprescindibles de la literatura fantástica.

viernes, 15 de febrero de 2019

El corazón de las tinieblas

"La selva había logrado poseerlo pronto y se había vengado en él de la fantástica invasión de que había sido objeto. Me imagino que le había susurrado cosas sobre él mismo que él no conocía, cosas de las que no tenía idea hasta que se sintió aconsejado por esa gran soledad... y aquel susurro había resultado irresistiblemente fascinante."
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El marinero Charlie Marlow narra en El corazón de las tinieblas (la novela de Joseph Conrad publicada en 1899) lo que le sucedió al dejarse llevar por un anhelo de la infancia: descubrir lo que escondían esos lugares que aparecían en los mapas como misteriosas manchas blancas.
Después de gestionar su ingreso en una compañía europea que explota las riquezas en uno de esos lugares, Marlow hace un viaje para el que nada lo había preparado, pues allí deberá enfrentarse a una realidad dominada por el desorden, la desidia y el maltrato extremado al que son sometidos los aborígenes, sin contar con la hostilidad de la misma tierra que sólo ofrece con largueza enfermedad y muerte.
Su primera tarea será rescatar del río el barco del que será capitán; mientras espera los repuestos para armar el barco que ha sacado pieza a pieza percibe que la mayoría de los hombres ha sucumbido a la influencia del clima y a la opresión de la selva que los rodea. Se ve enfrentado con aspectos del ser humano que desconocía.
En toda esta realidad anómala de acciones fallidas destaca una figura que tarda en aparecer: el agente Kurtz, un hombre en torno al cual corren muchos rumores.
Por fin Marlow puede emprender su misión principal que es la de remontar el río y rescatar al agente Kurtz, acompañado de los hombres que intentan beneficiarse de lo que haya conseguido esta especie de visionario con un gran poder de seducción. Aunque las expectativas que se ha creado no guardan relación con lo que encuentra: Kurtz ha sucumbido a la ambición y su capacidad de hechizar con las palabras se ha vuelto en su contra.
Marlowe regresará a su país después de haberse tropezado con aspectos del ser humano que desconocía y con la certeza de haber visto el horror que yace en el corazón de la oscuridad, materializado entre otras cosas en la expoliación, disfrazada de tarea civilizadora, llevada a cabo por Bélgica y otros países europeos
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viernes, 1 de febrero de 2019

La Oficina de Estanques y Jardines

“Miyuki era feliz por haber sido feliz, aunque, a decir verdad, no sabía qué había detrás de la palabra felicidad (...). Habría sido incapaz de dar una definición, salvo para diferenciarla de sus incontables contrarios (aflicción, sufrimiento, herida, tormento, malestar, vergüenza, asco, repulsión, decepción, cansancio extremado, agotamiento, debilidad, extenuación, desvalimiento, desesperación, llaga, contrariedad), que eran el pan de cada día de las criaturas sensibles.”
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La paradójica sociedad japonesa del periodo Heian es el escenario de La Oficina de Estanques y Jardines, la novela del francés Didier Decoin escrita entre 2004 y 2016 y publicada en 2017, que conjuga dos formas de percibir el mundo representadas por Amakusa Miyuki, una mujer que ha desarrollado una profunda e intensa conexión con la naturaleza, y Nagusa Watanabe, a quien su larga vida en la corte ha refinado de tal manera que es capaz de experimentar sensaciones que no alcanzan a entender los demás.
Después de la muerte de Katsuro, el pescador que proveía de los más espléndidos peces a los estanques de los principales templos de Heian-kyō (la actual Kioto), Miyuki, su viuda, debe emprender el camino hacia la capital para satisfacer un pedido regular de la Oficina de Estanques y Jardines. A pesar de los previsibles obstáculos que encuentra logra llegar a la capital, entrevistarse con Nagusa el director de dicha oficina y entregar los peces. De ese encuentro surgirán nuevas experiencias que estarán especialmente ligadas a la participación del funcionario en el “takimono awase” (competición de perfumes), hecho que podría cambiarles la vida: tal vez Miyuki consiga a su manera simple preservar el recuerdo de Katsuro y el alto funcionario logre perpetuar su propio legado.
Decoin evoca en su novela un tiempo completamente regulado por las creencias, las tradiciones y los rituales que intentaban controlar una naturaleza llena de misterios. Una época que recurría a la poesía de los sentidos para apresar los instantes de un universo que es incierto e ilusorio según las enseñanzas del budismo.
Al leer esta obra es imposible no recordar La novela de Genji, la inmortal novela de Murasaki Shikibu escrita en el siglo XI o el Libro de la almohada de Sei Shōnagon del siglo X.

sábado, 26 de enero de 2019

Desesperación


-"…la invención artística contiene infinitamente más verdad intrínseca que la vida real."
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La confianza en la veracidad de lo que dice un autor, al menos en lo que se refiere a la historia que propone, es puesta a prueba en la novela Desesperación de Vladimir Nabokov, publicada por entregas en 1934. El protagonista que pretende crear una obra con su propia vida no duda en mentir abiertamente expresándolo con claridad para que el lector esté al tanto de sus intenciones.
Durante un despreocupado paseo por el campo Hermann Karlovich se encuentra a Félix un vagabundo que según su percepción se le parece extraordinariamente y con base en ese parecido decide incluirlo en una trama que resolverá todos sus problemas. Aunque a veces duda, sigue adelante con su propósito y prepara todo el entorno para cuando llegue el momento de poner en práctica la estrategia por la cual conseguirá lo que quiere. Toma las medidas pertinentes para que sus pasos no levanten sospechas: aleja de su casa a Ardalion, el supuesto primo de su esposa, y alecciona a ésta con respecto a su propósito dándole una explicación que como siempre es una elaborada mentira como las que ha contado durante toda su vida.
Después de llevar a cabo la acción principal de su plan huye pero más tarde, en otro país, se entera de unos hechos que darían al traste con sus planes y hasta podrían costarle la vida.
Nabokov mediante la voz de Hermann plantea la premisa principal para leer su novela: el arte puede llegar a ser más verdadero que la realidad misma. Cuando Hermann inventa historias como la que le cuenta a Lydia su esposa sobre un hermano inexistente o le habla a su amigo Orlovius de la finalidad de las cartas que ha recibido está creando otro mundo, más verdadero que la opresiva cotidianidad en la que vive.

viernes, 18 de enero de 2019

La ratonera

“…sobre el cadáver encontraron un papel que decía ‘Éste es el primero’; y debajo de estas palabras había tres ratoncitos dibujados y unas notas musicales. Las notas corresponden a la cancioncilla infantil titulada ‘Tres ratones ciegos’.”
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Una de las piedras de toque del subgénero policial es sin lugar a dudas La ratonera (The Mousetrap), la obra de teatro escrita por Agatha Christie que no ha dejado de representarse ininterrumpidamente desde su estreno en el Theatre Royal de Nothingham en el otoño de 1952 y que después de su traslado a la ciudad de Londres se ha convertido en otro de los atractivos turísticos de esa ciudad.
En una casa de huéspedes que ha abierto sus puertas recientemente se cometerá un crimen, y se intentará llevar a cabo otro; situación que tiene sus raíces en hechos del pasado. Coinciden en aquel lugar ocho personajes que se ven envueltos en el desenlace de una vieja historia que involucra a unos niños. Como en toda obra de carácter policiaco todos resultarán sospechosos, y el espectador pasará de una certeza a otra hasta el final.
Gracias a la habilidad de Agatha Christie para pintar caracteres con unos cuantos trazos y a las claras indicaciones que da a los actores o las efectistas entradas y salidas de escena perfectamente definidas en el libreto, se mantiene la tensión sin que llegue a decaer la expectativa a pesar del tono de comedia ligera que se respira todo el tiempo.
El pasado, la venganza y el toque macabro de las canciones infantiles son elementos que aparecen con frecuencia en la obra de esta autora quien supo combinar como pocos escritores los elementos policiacos y de suspenso con un agudo sentido de la observación del comportamiento humano para producir una obra que en su conjunto es bastante sólida.

viernes, 11 de enero de 2019

Tatuaje



“…en los libros ilustrados la belleza era símbolo de fortaleza, y la fealdad, de flaqueza. Todos deseaban conseguir la perfección con tal vehemencia que llegaban al extremo de hacerse tatuar, y en su piel se perfilaban contornos majestuosos y sombras multicolores.”
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Una de las costumbres distintivas de las clases populares en el Japón de finales del siglo XIX era la del tatuaje, considerado por muchos como un elemento que realzaba el atractivo de aquellos que deseaban alcanzar la perfección física. En Tatuaje, un cuento publicado en 1910, Junichiro Tanizaki narra la historia del talentoso Seikichi quien fuera degradado de pintor de ukiyo-e (el grabado japonés) a tatuador, aunque no pudo ser despojado de su sensibilidad y espíritu de artista. Quizá su degradación se debiera a sus apetitos poco convencionales; su placer se alimentaba de maneras extrañas en el que se mezclaban la sensualidad y el dolor. Lo que sí se conoce de seguro es que era el mejor entre los mejores y para ser tatuado por Seikichi era necesario tener una piel y un porte seductores. Pero su “verdadero deseo era encontrar una hermosa mujer de piel resplandeciente en la cual tatuar su propia alma”. Cuatro años le llevó esa búsqueda, hasta que entrevió un pie y así supo que su dueña era la mujer que había estado buscando, quien merecía que él vertiera su alma en ella. Tuvo que esperar casi dos años más hasta que el azar le fue favorable.
Una jovencita, ayudante de geishas, llegó a su taller y Seikichi adivinó que esa muchachita tímida e inexperta era la que había esperado y que sería una mujer consciente del poder que ejerce la belleza, como el que ejercieron en su época las favoritas de algunos emperadores chinos. Bastaba con que él hiciera uso de sus habilidades; su tatuaje la transformaría.

viernes, 21 de diciembre de 2018

El cuento de Navidad de Auggie Wren

“Mientras haya una persona que se la crea, no hay ninguna historia que no pueda ser verdad.”
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Escribir un cuento de Navidad sin caer en el fácil sentimentalismo fue la tarea que se propuso Paul Auster tras aceptar el encargo que le hizo el New York Times en 1991.
Sin saber cómo tratar un tema que en principio no le gusta -los exaltados sentimientos que niños y adultos expresan con esta época-, Auster ve acercarse el tiempo de entrega sin tener qué decir. Por fortuna le habla de su preocupación a un conocido que trabaja en una cigarrería, un hombre con el que ha hecho buenas migas después de que este se enterara de su profesión y de enseñarle a su vez una colección de más de cuatro mil fotos tomadas por él mismo. Este hombre resolverá su dificultad al contarle una historia relacionada con el día de la Navidad, donde intervienen un ladronzuelo, una mujer casi nonagenaria y el mismo narrador, Auggie Wren (un nombre supuesto).
Paul Auster, en El cuento de Navidad de Auggie Wren, se las ingenia para contar (en pocas páginas) una historia que se puede leer desde varias perspectivas. Sin eludir esos sentimientos que tanto le disgustaban al comienzo entrelaza varios relatos que tienen como eje central la tarea que se le había asignado. Combina el Espíritu de la Navidad (un concepto trabajado por autores ya clásicos como Dickens y O. Henry) con otros asuntos como la pertinencia del engaño o el paso del tiempo atestiguado por la fotografía.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Los que aman, odian

“…nuestra adhesión a la vida se mide por la intensidad de nuestras pasiones.”
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En la novela policiaca Los que aman, odian, publicada por los autores argentinos Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares en 1946, la literatura es uno de los elementos a tener en cuenta en la investigación de un crimen pues entre las pistas principales aparecen referencias a libros y a fragmentos de obras literarias, aunque es posible que sean tan equívocas como las relacionadas con las motivaciones del asesino.
El escritor Humberto Huberman, médico homeópata, busca una total tranquilidad para escribir un guion cinematográfico basado en una obra clásica (El satiricón de Petronio) y encuentra el que cree es el lugar ideal para hacerlo: un hotel a la orilla del mar. Pero el sosiego que necesita se ve alterado desde el momento en que debe anunciar la causa de la muerte inesperada de uno de los huéspedes. Como consecuencia de esta afirmación se sigue la ineludible pesquisa policial dificultada por una tormenta de arena que mantiene aislado el balneario y a sus ocupantes, entre los que se encuentra el culpable. Las intensas pasiones de los personajes interfieren en la indagación de la policía y determinan los argumentos y las explicaciones que plantean el comisario Aubry, el doctor Huberman y Manning otro de los huéspedes.
Utilizando todas las estrategias del género los autores exponen con habilidad las emociones de los sospechosos para guiar al lector y conducirlo hasta un final que como siempre, es sorpresivo.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Tres novelas exóticas


“...lo que uno recuerda se parece sólo parcialmente a la realidad.”
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El escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa publicó en 2015 “Tres novelas exóticas” cuyo tema se ha tratado con frecuencia en la literatura de todas las épocas: el de los lugares catalogados de insólitos por su geografía o por las costumbres de la gente que los habita. En estos tres relatos lo exótico remite principalmente al comportamiento de la gente con la que se relacionan sus narradores.
En la selva del Petén, en Guatemala, un hombre que ha construido su casa en un lugar donde espera estar en comunicación directa con la naturaleza se enfrenta de manera accidental con unos cazadores furtivos (que se ven a sí mismos como seres tan naturales y necesarios como los propios animales) involucrándose además en el tráfico de tesoros arqueológicos. Al norte de Marruecos, en Tánger, una ciudad con un perfil medieval, unas supersticiones aparentemente triviales nos dan a conocer un lugar donde un hombre puede perder el rumbo con facilidad. En Chennai, más que el retrato de la intensa diversidad de una ciudad india la atención del lector se fija en una trama que combina la historia de la teosofía con las supuestas aventuras del narrador.
Quizá sea exagerado aplicar el término novela a estas cortas historias que no dejan de ser interesantes, por los caracteres que aparecen en ellas, pero que no llegan a desarrolla con amplitud ni las tramas ni los personajes; tan exagerado como llamar exótico un lugar por sus características geográficas, étnicas o culturales en una época en donde esas particularidades están determinadas por el turismo programado y han sido convertidas en otra mercancía.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Una pizca de maldad

“…donde fuera que estuviera, tenía la sensación de que nada tenía sentido. El mundo no me necesitaba, o mejor dicho, no había ni una cosa que me uniera al mundo.”
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En Una pizca de maldad, la novela del escritor chino Ah Yi publicada en 2012, un asesino de 19 años describe los preparativos y la ejecución de un crimen, así como las medidas que toma para escapar dejando a propósito pistas para ser encontrado. Narra las circunstancias que rodean el hecho y las reflexiones y deseos que lo llevan a cometer el asesinato de una persona por la que siente afecto y respeto, así como las consecuencias a las que se ve enfrentado.
De manera errática intenta, más que justificar, explicar sus acciones, pero su indiferencia emocional le impide llegar a una conclusión satisfactoria.
El protagonista, después de meditarlo mucho, escoge detenidamente la víctima para que su muerte cause el mayor impacto posible: una joven que estudia en su mismo colegio, la única amiga que ha tenido. Se decide a matar impulsado por la necesidad de hacer algo que llene el vacío que lleva consigo. Con excesiva violencia realiza un acto gratuito en la creencia de que le inyectará emoción a una vida que desde su perspectiva carece de sentido.
Ha pensado muchas veces en suicidarse pero lo ha descartado al recordar el sabor de uno de los platos de un restaurante de comidas rápidas; ese es el nivel de profundidad de los sentimientos de un personaje que en todo caso no alcanza a despertar ni el rechazo ni la simpatía del lector.
Después de leer Una pizca de maldad se plantean de nuevo las preguntas que se repiten una y otra vez sobre la absurda violencia que aqueja nuestra época.