viernes, 14 de junio de 2019

Ciudad abierta

“Experimentamos la vida como un continuo y sólo una vez que declina, una vez que se vuelve pasado, vemos las discontinuidades. El pasado, si existe, es sobre todo espacio vacío, grandes extensiones de nada en las cuales flotan personas y acontecimientos significativos.”
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En New York, la ciudad cosmopolita por antonomasia vive Julius, el protagonista de Ciudad abierta, la novela de Teju Cole publicada en 2011. El narrador, un hombre llegado de Nigeria a los Estados Unidos en su temprana juventud, se identifica tanto con la cultura occidental que durante buena parte del tiempo el lector se olvida de que es un hombre africano el que habla.
Julius recorre la ciudad observando y fijando en su memoria calles, parques y situaciones donde la gente que aparece expresa sus ideas marcadas por experiencias que en algunos casos han llegado a ser extremas. Como muchas obras, ésta se va abriendo a espacios inesperados; las descripciones que hace el protagonista de lugares, personajes y emociones, así como las contextualizaciones históricas, avasallan el texto convirtiéndolo por momentos en una suma de reflexiones más que en un trabajo de ficción.
Los temas actuales que preocupan a los estadounidenses especialmente, aparte de sus condiciones particulares, son representados en los personajes de la historia, revelando diferentes maneras de pensar y actuar que evidencian algo sabido: la vida de un ser humano tiene múltiples raíces que se extienden en incontables direcciones, máxime si se trata de un inmigrante como Julius, cuyas vivencias personales se complementan con las de sus antepasados y las de muchas otras personas provenientes de distintas ciudades y países.
Aunque al final queda una sensación de insatisfacción vale la pena leer una obra que lleva al lector por una variedad de asuntos que, si bien no conforman una novela como suele pensarse, dan cuenta de los vastos conocimientos del autor sobre temas tan variados como las aves, la música, la historia y por supuesto New York.

viernes, 7 de junio de 2019

Los amores de Nishino

Era un hombre capaz de satisfacer deseos de los que las mujeres ni siquiera eran conscientes, pero que él rescataba en lo más profundo de sus corazones. Así era él. Como si se tratara de algo trivial. Llamaba a la hora deseada. Llamaba con la frecuencia deseada. Te halagaba con los vocablos deseados. Te daba los mimos deseados. Te reñía del modo deseado. Cosas que, como son triviales, ningún hombre consigue desempeñar con éxito. Él las realizaba sin ningún trabajo.”
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En la novela Los amores de Nishino, publicada en 2003, la escritora japonesa Hiromi Kawakami arma, con los relatos de algunas de las mujeres que conocieron a Yukihiko Nishino, el perfil de un hombre enigmático que aprovecha su capacidad de atracción para involucrarse temporalmente en sus vidas. Todas ellas, en mayor o en menor medida, caen en la red que sabiamente él teje a su alrededor; aunque son conscientes de que no pueden apegarse a un hombre tan complejo y escurridizo. Una situación que significaría para ellas un fracaso emocional mayor que dejarlo o aceptar el abandono.
Las voces de estas mujeres ofrecen una imagen bastante real de esta especie de Casanova contemporáneo a quien el paso del tiempo no le disminuye la habilidad para interpretar los deseos y carencias de sus conquistas. Cada una con su historia muestra de él una faceta distinta, o lo que es lo mismo un método o estrategia diferente de seducción. Pero todas están de acuerdo en que no es posible amarlo, y en último término tampoco odiarlo, al menos por mucho tiempo. Quizá la razón esté en las palabras de Sayuri, una de esas mujeres, cuando lo recuerda y lo compara con una solitaria alga marimo. Sin embargo, no es sólo Nishino el que aparece en las palabras de quienes ha seducido, son también sus almas las que se ponen al descubierto, dejando entrever muchas soledades.
¿Acaso en esta obra se plantea una nueva forma de amar en estos comienzos del siglo XXI? ¿Esta manera de relacionarse es una característica particular de la idiosincrasia japonesa o es un síntoma inherente a cualquier sociedad actual, donde se teme a los vínculos a largo plazo?

viernes, 31 de mayo de 2019

El último amigo


“…el valor de nuestra amistad eran nuestras diferencias, nuestras divergencias, pero nunca nuestra oposición. Nos complementábamos, estábamos profundamente orgullosos de la fuerza que cimentaba nuestro vínculo.”
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Sobre los altibajos y tropiezos que tiene un fenómeno tan complejo como la amistad, hay en la historia de la literatura múltiples ejemplos. Basten como referencia tres obras relativamente cercanas en el tiempo: Narciso y Goldmundo de Hermann Hesse, Kokoro de Natsume Sōseki y por supuesto El último encuentro de Sándor Márai.
En El último amigo, la novela del escritor marroquí Tahar Ben Jelloun publicada en 2004, se plantea un acercamiento desde un enfoque bastante original proporcionando una perspectiva nueva y fresca a un tema siempre actual.
La historia comienza con el encuentro, en el bachillerato, del tangerino Mamed y Alí, un muchacho recién llegado de Fez, una ciudad de provincias menospreciada por los habitantes de Tánger, el famoso puerto del Mediterráneo.
La simpatía inicial les permite superar las diferencias de temperamento, así como armonizar sus distintas posiciones frente a la religión y la política, dos cuestiones harto espinosas en un país como Marruecos en la segunda mitad del siglo pasado.
Después de treinta años de mantener una amistad que causa escozor en algunas personas por su intensidad, de sortear dificultades y verse afectados directamente por los problemas de su país, surge entre ellos algo que podría acabar abrupta y definitivamente con una relación que se ha mantenido en el tiempo gracias a una comunicación constante.
En esta novela son los protagonistas quienes narran los acontecimientos, dibujando al mismo tiempo sus personalidades sin ocultar las propias motivaciones, lo que los convierte en unos personajes absolutamente verosímiles.
Al final se conocerá la causa de la ruptura, un motivo que para algunos no será válido mientras que para otros estará completamente justificado.

martes, 28 de mayo de 2019

Dondog

“Todo estaba deformado, como suele suceder en pleno corazón de un sueño…”
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Entre realidad, sueños premonitorios y recuerdos fragmentados se desarrolla la novela Dondog de Antoine Volodine, publicada en 2002. Una historia que gira en torno al deseo de venganza de un hombre que ha salido libre después de cuarenta años de detención.
Dondog Balbaián es ese hombre y es quien relata cómo es la vida en un mundo distópico donde se mezclan chamanes, comisarios de pueblo, ancianos, niños que sufren, perseguidos y perseguidores. La narración comienza con su llegada a una ciudad ruinosa y con la descripción de sus experiencias con su hermano durante la segunda exterminación de los “ybüres”, la minoría étnica a la que pertenecen. En el relato mezcla los recuerdos poco fiables que tiene de su familia, de la gente que lo salva de la muerte y de los hombres y mujeres que conoce en los “campos” donde ha pasado recluido casi toda su vida. En ese mundo, producto de una “revolución mundial” fallida, Dondog es una especie de cronista, novelista y dramaturgo cuyas obras, enmarcadas en un género literario que denomina post-exotismo, exponen la violencia y las miserias de una sociedad cosmopolita que sospechosamente tiene la estructura de la antigua Unión Soviética.
Sólo personajes derrotados y sórdidos aparecen en esta narración que al final le hace Dondog, en un edificio semi abandonado, al hombre al que se ha propuesto matar. Una tarea que debe realizar antes de dirigirse al lugar donde lo espera la muerte que se la ha predicho.

viernes, 17 de mayo de 2019

Lucas y Claus

“Hay vidas que son más tristes que el más triste de todos los libros.”
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Entre 1986 y 1991 la escritora húngara Agota Kristof publicó en francés su trilogía de novelas compuesta por El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira donde desarrolla la historia de Lucas y Claus, unos gemelos cuyas vidas están íntimamente ligadas con el destino de un país durante la Segunda Guerra Mundial y el mundo que vino después.
La primera novela, “El gran cuaderno”, comienza con la llegada de dos niños a la casa de su abuela, una mujer analfabeta que los recibe de mala manera. Para sobrevivir al maltrato verbal y al aislamiento en una casa en las afueras de una pequeña ciudad los gemelos se dedican a extraños ejercicios destinados a endurecer su carácter. Con un comportamiento amoral que no respeta las normas que se les quieren imponer definen un estilo de vida propio (consignado minuciosamente en los cuadernos que escriben) que altera las costumbres y convicciones de los que están a su alrededor.
En “La prueba” se da la separación entre Lucas y Claus cuando éste último logra escapar del país, dominado por una potencia extranjera. Lucas sigue con su vida, aunque sus actos están determinados por la soledad en la que lo ha dejado su hermano.
En “La tercera mentira”, donde vuelve a aparecer Lucas, se ponen en duda todos los hechos que creíamos verdaderos; hasta el final no sabremos si hay dos hermanos o si uno de ellos es una entelequia creada por una sola persona, así como podrían ser invenciones las vicisitudes por las que han pasado los protagonistas, los personajes que han conocido o los dramas que han vivido. Todo lo que se ha contado pudiera ser el producto de la imaginación de Lucas… o de Claus.
En un lenguaje escueto y directo Agota Kristof narra una historia sin apasionamiento como es la misma escritura de los protagonistas que se ciñen al uso de palabras que encierran las emociones y los hechos en conceptos objetivos.

sábado, 11 de mayo de 2019

A la sombra del árbol violeta

"Les dijeron que escribieran con sus manos temblorosas:
Mi marido ya no está en ninguna parte.
Mi mujer ya no está en ninguna parte.
Mi hijo —mi hija— ya no está en ninguna parte.
Así se entregaba la muerte a las familias. En un trozo de papel que les hacían firmar y una bolsa repleta de añicos de vida.”
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Cerca de cinco mil hombres y mujeres fueron ejecutados durante las purgas que, con el fin de consolidar un Estado teocrático en la República Islámica de Irán, se llevaron a cabo en ese país a principios de los años ochenta. Las consecuencias se extienden hasta hoy. Los hijos de esas víctimas, así como los sobrevivientes, llevan las huellas de un fenómeno que se repetirá mientras haya Estados que no permitan cuestionamientos ni contradictores.
La historia de una de las tantas familias afectadas por esas purgas es la que cuenta Sahar Delijani, (quien nació en una cárcel como tantos otros niños), en A la sombra del árbol violeta (Children of the Jacaranda Tree) publicada en 2013.
Esta novela con visos de autobiografía, tiene su epicentro en la casa de maman Zinat y Agajaan cuyo patio lo sombrea un jacarandá (gualanday), una imagen que acompaña a cada uno de los protagonistas como símbolo de la tranquilidad perdida. Allí el lector entra en relación, entre otros, con personajes como Omid, Forugh o Sheida, hijos de perseguidos, encarcelados o asesinados. Víctimas indirectas de una violencia sistemática que se ejerció contra cualquier tipo de disidencia con el fin de mantener los postulados de un régimen que, aunque sigue dominando, no ha podido romper los lazos familiares que les han permitido a estas personas llevar vidas casi normales; aunque las cicatrices no desaparecerán nunca de sus vidas ni de la Historia.
Quedan muchas incógnitas después de leer esta novela donde no se analizan los fundamentos reales de la violencia que se describe, sólo sus manifestaciones.

viernes, 3 de mayo de 2019

Cuatro años a bordo de mí mismo

Mañana llegaremos. Mañana. Qué terrible palabra es ésta. El mañana es absurdo. Es la esperanza de vivir y la certeza de la muerte. No debiera existir el mañana. Siempre debiera ser hoy. El hoy es lo logrado, lo que se alcanzó, la realidad, lo concreto. Hoy, ¡todo debiera ser hoy! Con esa redondez de verdad que tiene el hoy. El hoy que es la negación de la muerte.”
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En 1932 se publica la novela de Eduardo Zalamea Borda Cuatro años a bordo de mí mismo, cuyo tema gira en torno a la vida, la muerte y las pasiones que las alimentan. Una obra introspectiva donde el narrador recorre el lugar que podría llegar a ser el más apartado para cualquier ser humano: su propia alma.
El protagonista, un hombre del interior arriba a Barranquilla con la intención de embarcarse hacia la península de la Guajira, el lugar con el que ha soñado y donde no sabe si podrá realizar sus fantasías. Pero la realidad superará cualquier paisaje imaginario de los que se ha forjado; empezando por el mar siempre cambiante y misterioso que al principio le niega la entrada a ese lugar mítico hacia el que se dirige. Cuando al fin llega se da cuenta de que para ese mundo nada lo ha preparado. Los personajes con los que se encuentra, gentes de todas las procedencias, combinan sus costumbres con las de los indios en un ambiente que incluye casi siempre la violencia. Personajes que no pueden escapar a la hostilidad de la tierra y el mar, ni a esos indios que aparecen por lo general en un segundo plano, pero cuya presencia es permanente.
En las páginas de esta obra, primordial para entender la narrativa moderna latinoamericana, la poesía se manifiesta en cada párrafo; en ella Zalamea describe con habilidad gentes, paisajes, situaciones y unos sentimientos que están más cerca de lo primitivo que de las convicciones morales con las llegan todos a aquellas tierras, donde hombres y mujeres están dominados por el deseo que se manifiesta de múltiples maneras.

viernes, 26 de abril de 2019

Una letra femenina azul pálido

Ni la cultura personal, ni la educación, ni las buenas maneras, ni otros bienes suntuarios similares logran subvertir la índole brutal de las relaciones básicas que existen entre los seres humanos.”
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En la novela corta Una letra femenina azul pálido, publicada por Franz Werfel en 1941, se disecciona de manera concisa la vida de Leónidas, un “parvenu” de la sociedad vienesa que, aunque han pasado décadas desde la caída del imperio austriaco, aún se rige por normas estrictas.
De extracción humilde, Leónidas debe su éxito a la feliz coincidencia de varias circunstancias que le abrieron las puertas de un ambiente que consideraba inaccesible. A los cincuenta años ha llegado al cenit de su vida y su carrera; casado con la bella Amelie Paradini, una mujer acaudalada, no depende de un magro salario para vivir. Lleva una existencia refinada donde no hay cabida para las preocupaciones.
Pero la imagen que se ha fabricado Leónidas en calidad de alto funcionario estatal está a punto de derrumbarse. En el preciso momento en que se ve a sí mismo como el paradigma del éxito recibe una carta que revive en su memoria una aventura casi olvidada. Vera Wormser, una mujer judía que fue su amante, le ha escrito como lo hizo quince años antes, pero en esta ocasión Leónidas decide no destruir la carta como sí lo hizo con la anterior.
Los recuerdos que despierta esa letra que vuelve a ver después de tanto tiempo, lo impulsan a mirarse con ojo crítico y a reflexionar sobre el sentido de su existencia, situación que lo lleva a contemplar la posibilidad de ejecutar acciones que tendrían consecuencias impredecibles para la estabilidad que ha conseguido con su matrimonio y como burócrata.
Werfel con una profunda perspicacia e ironía analiza la sociedad austriaca de los años previos a la anexión del país por parte de la Alemania nazi, reflejada en el débil carácter del personaje principal que se debate entre el deber y la conveniencia.

viernes, 12 de abril de 2019

Bartleby, el escribiente

“…la felicidad busca la luz, por eso juzgamos que el mundo es alegre; pero el dolor se esconde en la soledad, por eso juzgamos que el dolor no existe.”
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Dos años después de la aparición de la novela “Moby Dick” Herman Melville publica en 1853 el cuento “Bartleby, el escribiente”, un perturbador relato sobre la inexorable desaparición de un hombre.
En una oficina de Wall Street, dedicada a asuntos jurídicos, trabajan cuatro personas aplicadas juiciosamente a sus labores con hábitos perfectamente establecidos. Aunque el jefe de la oficina tiene que lidiar con los temperamentos de dos de sus subordinados, sus variaciones de humor, casi patológicas, no alteran significativamente las actividades.
Hasta que llega Bartleby, un sujeto de aspecto sosegado cuyo trabajo de amanuense es impecable hasta el momento en el que se niega a realizar determinadas tareas. Si bien es cierto que algunas de ellas no tienen relación con su oficio, su negación llega a interferir completamente con sus funciones y por supuesto con la marcha de la oficina, donde su actitud genera un ambiente de incertidumbre que afecta sobre todo al jefe que es incapaz de manejar una situación tan insólita.
Es esta la historia de un hombre sin aparentes lazos sociales que lentamente se va despegando de la vida; en cuya inmovilidad se manifiesta una resistencia pasiva contra un trabajo que para los otros es parte de la existencia, pero que para él ha perdido toda significación. Un proceso que tiene sus raíces en el pasado del personaje y que se agudiza frente a la ventana que da a una pared donde transcurren sus días sin perspectivas, literal y metafóricamente. Esta conducta lo sustrae de la rutina y lo afirma como individuo pero al mismo tiempo lo conduce a la desaparición, pues su tarea de escribiente, fuera satisfactoria o no, era parte de su personalidad.

viernes, 5 de abril de 2019

Boquitas pintadas

«FALLECIMIENTO LAMENTADO. La desaparición del señor Juan Carlos Etchepare, acaecida el 18 de abril último, a la temprana edad de 29 años, tras soportar las alternativas de una larga enfermedad, ha producido en esta población, de la que el extinto era querido hijo, general sentimiento de apesadumbrada sorpresa, no obstante conocer muchos allegados la seria afección que padecía.»


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En 1969 Manuel Puig publicó la novela “Boquitas pintadas” donde narra la vida de unas mujeres que ha sido marcada directa o indirectamente por Juan Carlos, un muchacho seductor que muere a los 29 años dejándoles en la memoria una imagen eternamente joven mientras que para ellas el tiempo sigue su curso sin llegar a satisfacer sus expectativas.
Para contarnos la historia de Nené, Mabel o Celina el autor se vale de expresiones de la cultura popular (en el cine, la radio, la música, la moda, las revistas), pero sobre todo de la correspondencia que mantienen los protagonistas, para armar una trama que se desarrolla durante décadas. Utiliza el género epistolar para definir el perfil social y psicológico de sus personajes. Convencionalismos y costumbres afloran en las cartas para dar cuenta de las ideas que determinan el patrón de vida de hombres y mujeres en la época en la que suceden los hechos (entre 1935 y 1968).
Es esta una novela de lo cotidiano donde cartas, álbumes de fotografías familiares, agendas o documentos oficiales son los elementos que combina Puig para levantar el plano de una vida en el que las relaciones entre la gente están determinadas por especulaciones, ideales y prejuicios; donde la exaltación de las emociones que expresan las canciones (tangos y boleros), la radio en las novelas o el cine y las revistas reducen la realidad a una copia insuficiente.