“La persistencia y el fragor del agua en el tejado de hierro
llegaban a crear en cualquiera un deseo de gritar, de huir, de taparse ojos y oídos
para no contemplar más aquella cortina gris, monótona, asfixiante.”
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En Pago-Pago, una isla del océano Pacífico,
y a consecuencia de una epidemia, unos viajeros deberán esperar durante al
menos dos semanas bajo unas lluvias torrenciales para continuar su ruta. En el
alojamiento que encuentran se desarrollará el drama en torno al cual gira esta historia.
Frente a la perspectiva de quince días
atascados en la isla los viajeros intentan continuar con sus costumbres lo que
ocasiona un duro enfrentamiento entre el misionero Alfred Davison y Sadie
Thompson, una mujer alegre y extrovertida.
El misionero, quien está convencido de
realizar una ineludible labor de redención, presiona a la señorita Thompson, a
quien considera un alma perdida, para que altere drásticamente su comportamiento
y además regrese a los Estados Unidos. Ella apela su decisión pero nada conmueve
a Davison que está decidido a “salvarla”. Su esposa y un matrimonio que se
aloja en el mismo lugar asisten al cambio paulatino de la mujer y a los efectos
debilitadores que los esfuerzos del misionero ejercen sobre su propio ánimo.
El forcejeo de voluntades parece
inclinar la balanza hacia la férrea posición del misionero Davison; sin
embargo hasta el último momento el lector no podrá comprender los matices de un
desenlace que aunque inesperado no lo sorprende.
William Somerset Maugham en Lluvia,
publicada en 1921, no necesita más que de unas cuantas páginas para desarrollar
un tema tan viejo como la humanidad.