En la primera mitad de los años 40 la guerra campeaba en toda Europa y en parte de Asia. Sin embargo en New York las fiestas en los apartamentos y en los sitios de moda se sucedían sin parar. Los círculos de amigos se encontraban en bares o restaurantes para olvidarse, en la medida de lo posible, de la zozobra en la que se vivía diariamente.
En uno de esos círculos que se reúnen en los restaurantes de moda y que continuamente llevan a cabo fiestas privadas el centro de atención es Holy Golightly: Una chica de 19 años y origen campesino; no tiene una ocupación definida pero es especialmente seductora.
En un medio equívoco donde intervienen capos de la mafia, millonarios o militares medra ella sin que se menoscabe su personal escala de valores. Se rige por unas normas que pertenecen al mundo particular en el que vive. Tal vez sólo su hermano Fred haya podido traspasar la barrera que Holy ha construido a su alrededor o quizá lo haya hecho su gato al que todavía no le ha puesto nombre en espera de tener un lugar que sea realmente suyo.
Entre todos los hombres que conoció sólo tres se preocuparon realmente por ella: el esposo abandonado, un escritor en ciernes quien cuenta la historia y el dueño de un bar que siempre estuvo enamorado de ella.
Pero incluso New York se vuelve pequeño para los deseos de Holy. Saldrá de viaje y a lo mejor llegue hasta África donde es factible que un hombre de un pueblo perdido convierta su rostro en icono.
En 1958 Truman Capote publicó Desayuno en Tiffany’s una pequeña joya de la literatura, tan valiosa como lo son para su protagonista los objetos de la prestigiosa joyería, donde el ambiente es tan apacible que calma sus “horas negras” y donde espera poder ir un día a desayunar siendo todavía ella misma (sin haber perdido su ego en el proceso de volverse rica).
Para la mayoría de la gente el personaje de Holy Goligthtly está íntimamente ligado con Audrey Hepburn quien la interpretó en la pantalla, aunque su memorable actuación no logre opacar al personaje literario quizás porque la versión cinematográfica, que se ha convertido en una obra de culto para cinéfilos de todo el mundo, es bastante diferente de la novela.
A pesar del éxito de la película, para muchos se sigue cumpliendo lo que tantas veces se ha dicho: es mejor el libro.