Más que una historia sobre los amores de Nacib y una muchacha seductora que huele a especias, la novela Gabriela, clavo y canela escrita por Jorge Amado, es un retrato de la sociedad brasilera de los años veinte.
Ambientada en una ciudad que crece con
rapidez, como consecuencia de las ganancias que les reporta a sus habitantes el
cultivo del cacao, describe las emociones que producen las intrigas en torno a la
política, el amor, el juego o la comida.
En esta obra las mujeres forman parte
de esas intrigas en las que intervienen continuamente “coroneles”, doctores,
políticos y notables de toda laya; sin embargo, con alguna excepción, ellas no
toman decisiones de importancia ni siquiera en relación con el destino que se
les tiene reservado a todas: ser esposas o amantes sin voluntad.
En el café de Nacib, donde se hacen y
deshacen las reputaciones se da a conocer Gabriela, gracias a su belleza y a su
habilidad para la cocina, convirtiéndose en objeto de deseo. Muchos querrán
apoderarse de una mujer que “parecía hecha de canto y danza, de sol y luna…”. Intentarán
seducirla de la única manera que se conoce: con regalos y dinero; pero ella sólo
quiere libertad.
Es innegable la habilidad del autor
para analizar la condición humana reflejada en la vida parroquial de Ilhéus el
lugar donde se desarrolla la historia. Manifiesta una gran sensibilidad con
respecto a los sentimientos de las mujeres y sin alterar las condiciones
históricas muestra con crudeza su situación en esa época, evidenciando la doble
moral que determinaba la relación entre los sexos. Publicada en 1958 esta
novela muestra la capacidad del autor para plasmar la idiosincrasia de un
pueblo que se ha caracterizado siempre por su vitalismo y emotividad.