Fotograma de la película soviética Pyshka (Bola de sebo) de 1934
“La mujer, una de
esas llamadas galantes, era célebre por su precoz gordura, que le había valido
el sobrenombre de Bola de Sebo. Baja, redonda por todas partes, gorda a
reventar, con dedos hinchados, estrangulados en las falanges, semejantes a
rosarios de pequeñas salchichas, de piel brillante y tensa, un pecho enorme que
resaltaba bajo el vestido, era todavía apetitosa y buscada, pues su frescura
era agradable a la vista. Su rostro era una manzana roja, un pimpollo de peonía
pronto a brotar; y en todo eso se abrían, arriba, dos ojos negros. magníficos,
sombreados por grandes pestañas espesas que ponían una sombra dentro de ellos.
Abajo, una boca encantadora, angosta, húmeda para el beso, adornada por dientes
brillantes y menudos.
Poseía, además, según se decía, cualidades
inapreciables.”
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En el desolador escenario de la
derrota francesa en la guerra franco prusiana de 1870 se desarrolla un drama
que tiene como protagonista a Elisabeth Rousset más conocida como Bola de sebo,
una mujer de la vida galante en la ciudad de Ruan.
Este relato publicado en 1880 por
Guy de Maupassant, nueve años después de finalizada la guerra, cuenta un hecho
donde intervienen directamente diez personajes que en determinado momento se
ven a merced de un militar prusiano.
En un coche que huye de la ciudad
invadida, viajan unas personas que representan en mayor o menor medida la
sociedad de una ciudad secundaria: la nobleza, la pequeña burguesía, la
iglesia, los marginales. Cada uno de ellos tendrá un papel en el drama que se
escenificará en una posada adonde llegará el coche después de un largo viaje. En
ese lugar empezará el asedio por parte de un oficial prusiano y de siete de los
viajeros sobre la voluntad y el patriotismo de Bola de Sebo.
Su profesión la hace odiosa, pero
su generosidad la acerca durante un breve tiempo a ellos. Las circunstancias la
convierten paradójicamente en salvadora para luego ser devuelta al lugar donde la
mala conciencia de sus acompañantes la ha ubicado siempre.
La pluma de Maupassant, un
escritor que supo analizar con habilidad el comportamiento humano, retrata nítidamente
la forma en que los principios morales se aplican o no según convenga. Una
situación que puede repetirse en cualquier sociedad contemporánea donde los prejuicios
siguen tan vigentes y virulentos como en el lejano siglo XIX. La diferencia
está en que los rechazos han cambiado de forma y de color adquiriendo el
eufemístico aspecto de lo que se ha dado en llamar políticamente incorrecto.
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