“En el transcurso de su larga narración, tuve
tiempo de experimentar, de manera consecutiva y simultánea, las más diversas
emociones. Lloré, me regocijé, sonreí, me estremecí, exclamé ndeyssane para
expresar piedad, me excité, me enternecí, pensé en Dios y en su profeta
Mamadou, que la paz esté con él, permanecí circunspecto, aplaudí a rabiar, me
planteé interrogantes, temblé, sentí náuseas, reí a carcajadas, se me encogió
el corazón, ovacioné, me alegré, me entristecí, me exasperé, pensé en el más
allá, en el Infierno, en el Paraíso y en el Juicio Final, grité de indignación,
dudé, me invadió el desasosiego, me llené de asombro, se me erizó el vello, me
sentí humillado...”
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En “Ramata” Abasse Ndione revela,
entretejidas en una historia de muerte y deseo, la idiosincrasia y las particularidades
de Senegal, un país poco conocido en estas latitudes que intenta desembarazarse
de las cadenas que lo atan al pasado.
La aparición del cadáver de una
anciana da inicio a una historia que nada tiene que ver con el género policíaco
o con la novela negra.
Gobi, personaje habitual de un
bar, cuenta la historia de quien fuera en vida Ramata Kaba (la esposa de Matar
Samb, un eminente personaje del Estado senegalés). El relato da comienzo con la
descripción de un delito terrible cometido por Ramata, ocultado por la policía
y disimulado por un experto en maniobras fraudulentas. Gracias al dinero de su
esposo, se obtienen pruebas y declaraciones falsas para desviar cualquier
investigación. Pero las cosas no permanecen ocultas para siempre, veinte años
después la casualidad pone a Ramata frente a Ngor Ndong, el hijo póstumo de su
víctima, alterando un mundo que ella creía inamovible y evidenciando que el
deseo sobrepasa los prejuicios y avasalla las prohibiciones y costumbres que
marcan la vida de cualquier persona.
Esta novela, publicada en el año 2000, que mantiene el suspenso durante todo el relato lleva al lector latinoamericano a reflexionar, entre otras cosas, sobre las características que salvando algunas diferencias, identifican a ese país con las naciones de este subcontinente: la manera en cómo creencias ancestrales manipulan la percepción de la realidad; la forma como subyuga a los seres humanos el círculo vicioso de la pobreza y la corrupción o cómo el maltrato a las mujeres es una realidad cotidiana que adopta modos de manifestarse muy explícitos o muy sutiles cuyos orígenes se pierden en el tiempo.
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