viernes, 30 de agosto de 2019

El contable hindú


“Cero e infinito. Las cosas que nunca podemos conocer porque son incognoscibles y las cosas que nunca podemos conocer porque hay demasiadas.”
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David Leavitt en su novela biográfica El contable hindú, publicada en 2007, nos refiere la histórica y fructífera relación de dos grandes matemáticos: el indio Srinivasa Ramanujan y el británico G. H. Hardy.

En 1913 llega a Cambridge una carta procedente de Madrás, India; la remite un desconocido funcionario y en ella alude a cuestiones de gran importancia. Hardy, el destinatario resuelve contestarle y desde ese momento se establece una correspondencia que tiene como resultado el viaje de Ramanujan a Inglaterra; un hecho que tendrá consecuencias extraordinarias e insospechadas tanto en su vida como en el ámbito de las matemáticas pues la trascendencia de sus contribuciones a la solución de hipótesis y los nuevos giros que aplica al razonamiento son incalculables, aunque su carácter esté fuertemente influenciado -y determinado en algunos casos- por supersticiones y creencias religiosas.

Gracias a su trabajo este genio autodidacta recibirá muchos reconocimientos, pero su constitución física se resiente tanto por los problemas familiares y su dificultad para adaptarse que su ánimo se debilita y todo lo que ha ambicionado parece perder sentido frente a la posibilidad de una muerte temprana.

Centrada en un periodo relativamente corto de la vida de H. G. Hardy, y en el ambiente social e intelectual de la prestigiosa comunidad de Cambridge en los años veinte, esta novela recrea también la de algunos académicos ingleses con sus prejuicios, intrigas y viejas tradiciones, así como su posición frente a temas tan cruciales como la Gran Guerra que reconfiguró el perfil de Europa y después de la cual el pensamiento occidental no volvería a ser el mismo.

El género biográfico del que se ha abusado tanto encuentra en Leavitt un hábil escritor que es capaz de presentar con verosimilitud unos personajes históricos sin abusar de la ficción ni aburrir con el exceso de datos especializados.

domingo, 25 de agosto de 2019

Bonita Avenue

“La página de inicio lo sobresaltó de nuevo, provocándole una sensación diametralmente opuesta al placer autosuficiente que le había provocado, lo recordaba muy bien, los dos o tres meses en los que había estado navegando por ella de manera inocente, como un hombre obsceno, satisfecho y sin escrúpulos. La foto elegante de la chica lo sumió en un desespero lleno de un pánico atroz…”
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Publicada en 2010, Bonita Avenue, la novela de Peter Buwalda, expone el endeble andamiaje moral que sostiene el comportamiento autocomplaciente de una familia pequeñoburguesa belga cuya vida se desenvuelve entre Estados Unidos y Bélgica. Unas gotas de violencia, pornografía y muerte caen sobre el impecable lienzo que aparentemente representa su vida.

Sigerius, un ministro de Estado; Joni, su hijastra, una manipuladora estudiante universitaria y Aaron el frágil novio de ésta, se sumen en un remolino emocional cuando sus secretos más oscuros quedan en peligro de ser expuestos amenazando su estabilidad e imagen social.

El principal elemento desestabilizador de esta historia es Wilbert, el hijo de Sigerius, un transgresor, delincuente contumaz y asesino a quien su padre intentó neutralizar en algún momento obligando a Joni a cometer perjurio contra él en un juicio; pero el condenado regresa de su última vez en prisión para desequilibrarles la vida valiéndose de los pasos en falso que han dado Joni y Aaron al crear una página pornográfica con la que se han enriquecido y que podría dar al traste con las ambiciones de Sigerius.

En una familia que al parecer ha satisfecho todas sus necesidades se incuba una crisis por cuenta de aquellos que están convencidos de poder saltarse las normas y las leyes en beneficio propio; personajes que escudándose en una nueva escala de valores no titubean en poner en riesgo, para satisfacer sus ambiciones, a aquellos que están a su alrededor. Aunque en este caso las consecuencias de sus acciones terminan por alcanzarlos.

sábado, 17 de agosto de 2019

Cutter y Bone

"Uno se podía pasar la vida entera subiéndose a cruces para salvar a la gente de sí misma, y no cambiaría nada. Al final los seres humanos estaban cada uno tan solo como una estrella muerta, y por más esfuerzo, amor o letanías que uno le pusiese, no conseguiría modificar ni un centímetro la precisión terrible de sus trayectorias."
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La muerte de una joven y un posible chantaje a su supuesto asesino planeado por un veterano de guerra sirven a Newton Thornburg para analizar una sociedad que ha dejado atrás la breve época de los paraísos para enfrentar el desencanto. Después del movimiento hippie y su esperanza de amor y paz llega la década de los setenta, una etapa de la historia del mundo y específicamente de los Estados Unidos donde para muchos los sueños murieron con la guerra de Vietnam.

En su novela “Cutter y Bone”, publicada en 1976, Newton Thornburg cuenta lo que les sucede a dos personajes que iniciaron su juventud en los sesentas y que ahora son víctimas directa o indirectamente de las consecuencias de esa guerra: Alex Cutter, lisiado y sobreviviente de las escaramuzas militares en un país lejano y Richard Bone, un joven ejecutivo que ve de pronto como la vida no le ofrece más que rutina y que decide escaparse a California para vivir al día haciendo trabajos ínfimos o por cuenta de mujeres solitarias.

En la trama pergeñada por Cutter, Bone tratará de mantenerse al margen, pero un extraño sentido del deber lo obliga a permanecer junto a él, aun conociendo su cinismo desmedido que no respeta ninguna barrera y ese instinto destructivo que se agiganta en cada nueva situación.
El mundo se cierra en torno a ellos a medida que se acercan al objetivo de su aventura y los demonios internos que cada uno lleva consigo amenazan con desbaratar cualquier intento por salir de la trampa que han hecho de sus vidas. Al final la realidad los alcanza y los intentos de estos dos amigos por disimularla o hacerle el quite se muestran inútiles, como sucede siempre.

sábado, 10 de agosto de 2019

El maestro de los santos pálidos

“En el laberinto de caminos, senderos y sendas que cada día, cada hora, cada momento se presenta delante de nuestro proceder, sólo uno lleva a la meta. Estamos constreñidos a elegir continuamente sin saber nunca si la nuestra ha sido la elección correcta.”

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En pleno Renacimiento vive el pintor Genaro dalla Porretta cuya existencia transcurre alejada de los principales centros culturales de la época. Marco Santagata en la novela El maestro de los santos pálidos, publicada en 2002, cuenta su historia.

Genaro (más conocido como Cinín, un muchachito despreciado por todos) se ve envuelto en maquinaciones políticas e intrigas amorosas de las que se escapa para dar por casualidad con el maestro Giberto, un pintor cuyas habilidades -aunque limitadas- son suficientes para satisfacer la demanda de su clientela.
Cinín, quien ha caído como todo el mundo bajo el hechizo del nuevo estilo pictórico que florece por toda Italia, tiene una extraordinaria habilidad que le permitirá convertirse en aprendiz y luego en socio de su mentor. Cuando llega a ser él mismo un maestro define su propio estilo y al descubrir la perspectiva se apasiona por tan arduo asunto y decide incorporarla a sus pinturas.
Gracias a un contrato vuelve al lugar donde iniciaron sus andanzas con el encargo de hacer lo que más desea: pintar al fresco una pared donde aplicar lo que ha aprendido sobre colores y perspectiva. Lamentablemente esa obra no recibe los elogios que esperaba y es rechazada, lo que lo lleva a tomar una drástica decisión.
Santagata elabora en esta novela una vívida imagen con algunas de las aspiraciones y los obstáculos de los pintores del Quattrocento que, más de cinco siglos después, siguen influenciando nuestra percepción del arte; aunque según la opinión de la época su labor era un oficio como cualquier otro.

sábado, 3 de agosto de 2019

Dos veces junio

“…para que las cosas permanezcan y no cambien, también es indispensable que pase el tiempo.”

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La novela “Dos veces junio”, publicada en 2002, transcurre durante un momento de la dictadura militar en Argentina. En ella se mezclan, con la narración principal, datos y hechos que dan cuenta de los actos de un Estado represivo y del ambiente aparentemente normal que vive la nación.
Un soldado raso detalla las tareas que realiza y la actitud de sumisión programada frente a quienes dominan y manipula la realidad en su país. Un ejemplo evidente es la expectativa que reina en la ciudad durante un partido de fútbol mientras él busca con determinación un doctor para que dilucide un problema de carácter fundamental: desde que edad se puede torturar a un niño.
Con una estructura narrativa poco convencional “Dos veces junio” presenta un panorama que en pequeños párrafos deja entrever la historia de unos seres sin rostro, que son sin embargo una presencia constante, como la mujer sin nombre a quien se le roba su hijo nacido en la cárcel; así como las actividades del médico que se encarga de avalar los métodos de tortura o las de la sociedad a la que éste representa.
La indiferencia del soldado refleja un tiempo donde la moral se hundía por perder un partido y algunas personas veían como normal el robo de niños, esgrimiendo para ello argumentos insostenibles.
Con gran capacidad de síntesis el autor denuncia un hecho histórico de manera contundente sin tener que recurrir a un elaborado andamiaje teórico, como respaldo, o echar mano de los clichés usados en la llamada literatura comprometida.