viernes, 31 de agosto de 2018

Una gata sobre un tejado de zinc caliente (Cat on a Hot Tin Roof)

“Cuando algo se enquista en el recuerdo o en la imaginación, la ley del silencio no funciona, es como cerrar con llave la puerta de una casa que está ardiendo con la esperanza de olvidar que está ardiendo. Pero no hacer frente al fuego no sirve para apagarlo. El silencio sobre una cosa sólo sirve para magnificarla. Crece y se encona con el silencio, se convierte en algo maligno…”
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Tennessee Williams ganó su segundo premio Pulitzer con la obra teatral “Una gata sobre un tejado de zinc caliente” en 1955, el mismo año de su estreno en Nueva York bajo la dirección de Elia Kazan. La obra, que se desarrolla en tres actos tiene lugar al final de la tarde en una extensa plantación del delta del Mississippi en medio de una crisis familiar desatada en una fiesta de cumpleaños.
En una sola habitación seis personajes exponen sus temores y deseos más íntimos. Maggie, por ejemplo, se esfuerza por entender las razones para la afición a la bebida de Brick, su esposo, mientras que los demás miembros de la familia se empeñan en resolver o aprovecharse de un problema peor: la grave enfermedad del paterfamilias que desconoce su estado.
La indolencia de Brick con respecto a todo lo que pasa a su alrededor impulsa a Maggie a actuar decididamente para defender su posición, en la estructura familiar, que se ve amenazada. Su fuerte carácter se impone a Brick y a sus cuñados que pretenden dejarla de lado.
Pero no sólo se ventilan los problemas de Brick y Maggie, durante el tiempo que dura la representación saldrán a la luz los conflictos que los hostigan a todos en ese momento: miedos, deseos ocultos, codicia, rivalidades explícitas o estrategias soterradas son expuestos con crudeza en este drama que desnuda las tramas e intrigas que se desarrollan al interior de una familia que es como cualquier otra.

viernes, 24 de agosto de 2018

El viento en los sauces


“Nosotros, los que desde hace tiempo hemos perdido los sentidos físicos más sutiles, no tenemos el vocabulario adecuado para expresar la comunicación de un animal con el mundo que lo rodea.”
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En 1908 Kenneth Grahame publica un clásico de la literatura infantil: “El viento en los sauces” con ilustraciones de Paul Bransom; desde entonces las aventuras de Topo, Rata de agua, Tejón y Sapo han acompañado a lectores de todas las edades.
Todo comienza un día de primavera cuando Topo influenciado por el espíritu de la tierra que renace decide explorar el mundo exterior. Cuando sale a la superficie su amplitud lo sorprende. Con quien primero hace amistad es con Rata de Agua (navegante y poeta) quien lo invita a quedarse en su casa a la orilla del río. Desde allí, Topo continuará después conociendo lugares como el Bosque Salvaje o la mansión de Sapo y personajes como su frívolo e irresponsable dueño o el señor Tejón que representa la mesura.
En “El viento en los sauces”, donde todos llevan una vida alterada solamente por las vicisitudes propias de cualquier comunidad, conviven seres humanos y animales en orden de igualdad mezclando sus asuntos como sucede en las malhadadas aventuras de Sapo, que no conoce restricciones, o las aventuras de Rata y Topo relacionadas con las características de cada estación.
Tanto en la tradición popular como en la literatura universal se encuentran bastantes ejemplos de cuentos y fábulas con animales humanizados; desde Esopo hasta nuestros días muchos autores han dedicado su talento a escribir historias de animales cuyas vidas como las de los humanos están marcadas por el carácter de cada individuo.

viernes, 17 de agosto de 2018

El doble


Todos los presentimientos del señor Goliadkin se habían cumplido. Todo lo que temía y sospechaba se había trocado en realidad. Se le cortó el aliento y sintió un mareo. El desconocido estaba sentado en su propia cama, sin quitarse el gabán y el sombrero; y con una ligera sonrisa, frunciendo levemente el entrecejo, le dirigía un amistoso movimiento de cabeza. El señor Goliadkin quiso gritar, pero no pudo; protestar de alguna manera, pero le fallaron las fuerzas. Se le erizó el cabello y se desplomó exánime del horror que sentía. ¿Y cómo no? El señor Goliadkin había reconocido enteramente a su amigo nocturno. Su amigo nocturno no era otro que él mismo, el propio señor Goliadkin, otro señor Goliadkin, pero absolutamente idéntico a él... En una palabra, su doble...”
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En 1846, mucho antes de la publicación del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson o de la aparición de las teorías psicológicas de Sigmund Freud o Karl Jung, Fiódor Dostoyevski publica “El doble”, su segunda novela, donde narra las peripecias por las que pasa Yakov Petrovich Goliadkin, un funcionario del intrincado aparato estatal ruso.
Goliadkin, quien se tiene por hombre juicioso, ve como su lugar en la sociedad es cada vez más precario a causa de unos sucesos que han deteriorado su estabilidad emocional, hasta el punto de temer ser perseguido y acechado por un individuo extraño e incomprensible: Yakov Petrovich Goliadkin II. Este sujeto es para el protagonista un enemigo gratuito que busca perderlo usurpando su lugar y adulando a sus superiores. Goliadkin I se siente víctima de intrigas y maledicencias y le imputa todos sus infortunios a las bajas acciones de un hombre idéntico a él.
Vista en su época como una historia que recoge las intrincadas relaciones entre los empleados de un Estado, esta historia se centra en realidad en la psicología de un personaje que tiene grandes dificultades para conciliar sus deseos y necesidades con el mundo en el que se desenvuelve.
En “El doble” se describe y analiza lo que sucede en la mente de una persona cuyo derrumbe progresivo da origen a un fenómeno que se ha tratado con frecuencia en la literatura: el desdoblamiento de la personalidad.

viernes, 10 de agosto de 2018

Ramata

“En el transcurso de su larga narración, tuve tiempo de experimentar, de manera consecutiva y simultánea, las más diversas emociones. Lloré, me regocijé, sonreí, me estremecí, exclamé ndeyssane para expresar piedad, me excité, me enternecí, pensé en Dios y en su profeta Mamadou, que la paz esté con él, permanecí circunspecto, aplaudí a rabiar, me planteé interrogantes, temblé, sentí náuseas, reí a carcajadas, se me encogió el corazón, ovacioné, me alegré, me entristecí, me exasperé, pensé en el más allá, en el Infierno, en el Paraíso y en el Juicio Final, grité de indignación, dudé, me invadió el desasosiego, me llené de asombro, se me erizó el vello, me sentí humillado...”
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En “Ramata” Abasse Ndione revela, entretejidas en una historia de muerte y deseo, la idiosincrasia y las particularidades de Senegal, un país poco conocido en estas latitudes que intenta desembarazarse de las cadenas que lo atan al pasado.
La aparición del cadáver de una anciana da inicio a una historia que nada tiene que ver con el género policíaco o con la novela negra.
Gobi, personaje habitual de un bar, cuenta la historia de quien fuera en vida Ramata Kaba (la esposa de Matar Samb, un eminente personaje del Estado senegalés). El relato da comienzo con la descripción de un delito terrible cometido por Ramata, ocultado por la policía y disimulado por un experto en maniobras fraudulentas. Gracias al dinero de su esposo, se obtienen pruebas y declaraciones falsas para desviar cualquier investigación. Pero las cosas no permanecen ocultas para siempre, veinte años después la casualidad pone a Ramata frente a Ngor Ndong, el hijo póstumo de su víctima, alterando un mundo que ella creía inamovible y evidenciando que el deseo sobrepasa los prejuicios y avasalla las prohibiciones y costumbres que marcan la vida de cualquier persona.
Esta novela, publicada en el año 2000, que mantiene el suspenso durante todo el relato lleva al lector latinoamericano a reflexionar, entre otras cosas, sobre las características que salvando algunas diferencias, identifican a ese país con las naciones de este subcontinente: la manera en cómo creencias ancestrales manipulan la percepción de la realidad; la forma como subyuga a los seres humanos el círculo vicioso de la pobreza y la corrupción o cómo el maltrato a las mujeres es una realidad cotidiana que adopta modos de manifestarse muy explícitos o muy sutiles cuyos orígenes se pierden en el tiempo.

viernes, 3 de agosto de 2018

El sentido de un final

“Vivimos con suposiciones muy fáciles… (…) Por ejemplo, que la memoria es igual a sucesos más tiempo. Pero es algo mucho más extraño. ¿Quién dijo que la memoria es lo que creíamos que habíamos olvidado? Y debería ser obvio que el tiempo no actúa como un fijador, sino más bien como un disolvente.”
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En el año 2011 Julian Barnes publica El sentido de un final donde analiza los cambios que pueden ocurrir en la perspectiva y las certidumbres de una persona cuando un hecho inesperado irrumpe en una existencia que se creía a salvo ya de conmociones.
Tony Webster, un sexagenario jubilado, recibe con sorpresa el anuncio de que es heredero de una mujer a quien sólo vio una vez cuarenta años atrás. Se trata de la madre de Veronica Ford, una novia que marcó una etapa crucial en su vida. Ese hecho le despierta viejos recuerdos; vuelve a pensar en sus tres amigos de adolescencia y juventud y por supuesto en la mujer con la que salió hace cuatro décadas, pues deberá acercarse a ella para recuperar parte de ese legado consistente en el diario de uno de esos amigos. Una tarea que no parece fácil debido a los hechos que se sucedieron entre ellos.
Después de un frustrante intercambio de E-mails y de unas cuantas entrevistas Tony reconsiderará algunos aspectos de su vida pasada y cuestionará muchas de sus convicciones.
¿Acaso la imagen que se ha construido laboriosamente durante años y que le ha permitido vivir con una relativa estabilidad emocional corresponde a la realidad o es el producto de una serie de pequeños equívocos que se constituyen en una especie de memoria funcional que abarca toda su vida adulta?
En esta novela, más que relatar los hechos se examina cómo la historia que armamos con ellos refuerza esa imagen benévola, a veces, que utilizamos como coartada para justificarnos.