“…no tiene la murmuración
mejor velo para paliar y encubrir su maldad disoluta que darse a entender el
murmurador que todo cuanto dice son sentencias de filósofos, y que el decir mal
es reprehensión y el descubrir los defetos ajenos buen celo. Y no hay vida de
ningún murmurante que, si la consideras y escudriñas, no la halles llena de
vicios y de insolencias”.
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En 1613 sale a la luz Novelas
ejemplares de Miguel de Cervantes Saavedra, obra que incluye El coloquio de
los perros; una transcripción de un supuesto diálogo escuchado por un hombre convaleciente
de una larga enfermedad (el alférez Campuzano).
En la puerta de un hospital de Valladolid
dos perros sorprendidos de poder hablar, reflexionar y analizar deciden aprovechar
esta capacidad para contarse sus andanzas. Empieza Berganza (un mastín conocido
también como Gavilán, Barcino, “Perro sabio”, Montiel) a relatar sus aventuras
con los diferentes amos que tuvo, entretejiendo en su relación juicios tan atrevidos
que Cipión, el otro perro, lo previene contra la murmuración. Sin embargo
Berganza no se abstiene de expresar sus sabias opiniones sobre diferentes
tópicos, especialmente sobre las personas con las que convivió y padeció.
Entre todas sus historias quizá
la más entretenida es la de la bruja Cañizares que lo confunde con el hijo de
su amiga La Montiel, otra hechicera, dándole razones para explicar el hecho de
poder hablar y asegurándole que recobrará su verdadera naturaleza. Sin embargo el
escéptico Cipión no se deja convencer y reconviene a Berganza para que no se
exceda en su confianza como lo hace en sus juicios.
Dos son los puntos de mayor interés
en esta obra: uno es por supuesto la historia que gira en torno a la relación que
establece Cervantes entre realidad, ficción y veracidad. El otro aspecto es sin
duda el lenguaje salpicado de dichos y refranes que todavía hacen parte del
habla cotidiana de muchos hispanohablantes.
Esta cortísima novela, que puede situarse en el género de la picaresca, permite una mirada bastante certera a la sociedad de los comienzos del siglo XVII tan parecida a la actual donde la hipocresía y el engaño campean y las leyes se violan constantemente haciendo de los victimarios víctimas y de los ingenuos pasto de los avivatos.